Economía Doméstica / Edison Narváez Z
El sistema social y educativo en el cual nos educamos los ecuatorianos, nos ha enseñado a sumar y restar, a comprender la historia, la literatura y los caminos de la geografía; sin embargo nunca nos enseñaron a administrar nuestro tiempo y peor nuestro dinero.
En ésta economía de mercado en la cual nos ha tocado vivir, y en donde toda organización social incluyendo al estado nos impulsan al gasto y nos crean una actitud compulsiva en los ciudadanos, que nos vemos asaltados de esta temible dolencia del siglo XXI.
Es evidente como los ecuatorianos no sabemos administrar bien nuestro dinero. Cobramos nuestro sueldo (empleados) o recibimos el ingreso (empresarios) y empezamos a gastarlo en cosas que parecen que no generan un efectivo egreso, pero la verdad es que a fin de mes llegamos con las justas y nos toca fiar en la tienda, pedir prestado a los amigos y familiares, o lo más fácil, acudimos a la tentación de la tarjeta de crédito.
Estimados lectores, para facilitar el gasto se inventaron el “dinero plástico”, es decir la tarjeta de crédito, y claro como no sabemos administrar nuestro dinero, compramos y compramos, nos endeudamos y tenemos que someternos al martirio de pagar a fin de mes lo consumido más los intereses; y fácilmente nos encontramos en un torbellino económico.
Para evitar este problema, es necesario tomar conciencia sobre ciertos aspectos de nuestra economía doméstica; la planificación financiera personal puede ayudarnos, es cuestión de establecer metas para el manejo de nuestro dinero. Si somos ordenados y administramos nuestro dinero de una forma más consciente, podemos lograr que el efectivo nos alcance para todo lo necesario. Para esto debe planearse una disciplina de ahorro que debemos cumplir rigurosamente. A pesar de que nos cueste al principio, podemos acostumbrarnos rápidamente a los sistemas que nosotros mismos planifiquemos para ayudar a la economía en el hogar. Optimizar los recursos actuales significa disminuir el consumo actual y, así, rentabilizar nuestros ingresos. Si somos firmes a un plan que balancee nuestros gastos, podemos salir de una eventual crisis financiera.
Si notamos que el dinero que ingresa al hogar es menor al dinero que gastamos, entonces es hora de sentarte a hacer cálculos. El primer paso es tomar conciencia de lo que gastamos y en qué. Hacer una lista y comenzar con los gastos principales del mes: alquiler, víveres, artículos de limpieza, etc. Asegurarse de poner primero en la lista todas esas cuentas que no se pueden dejar de pagar y que son indispensables para la vida. No incluir gastos innecesarios, es preferible poner a estos en una segunda lista.
Utilizar nuestro dinero de manera inteligente, buscar los precios más accesibles de todos los productos que se compren; antes de salir de casa elaborar una lista de lo que se necesita y comparar los precios. Hacer una o dos compras grandes al mes, así controlará mejor lo que gasta y evitará la tentación de comprar por impulso. No utilizar la tarjeta de crédito para el gasto corriente y procurar pagar siempre que pueda en efectivo. Aprovechar ofertas de productos no perecederos para llenar la despensa. Es posible cambiar ciertos hábitos. El menú debe diseñarse con los alimentos que están en oferta no con los que dan ganas de comprar en el momento.