Ecuador Tierra de Orquídeas / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Seguramente no muchos de nosotros conocíamos que la mayor concentración de especies catalogadas de orquídeas se encuentra en los Andes ecuatorianos, pues constituye un hábitat privilegiado de valles interandinos, bosques de montaña o nublados hacia ambos lados de la cordillera.

En este entorno y quizás desde niños nos hemos acostumbrado a ver estas maravillosas flores, mismas que se encuentran ya sea en el suelo o en la copa de los árboles, aunque generalmente sujetas a sus ramas sin ocasionar daño alguno.

La variedad de orquídeas es enorme y cada tipo crece en medio de cierta humedad o temperatura catalogándoselas en su mayoría como plantas epífitas, es decir que se desarrollan sobre las diversas áreas que les ofrecen los árboles.

Resulta interesante saber que muchas de las flores que podemos encontrar a la vera del camino en nuestros páramos o en las estribaciones, por parecidas que sean no son realmente orquídeas pues esta especie guarda ciertas características muy particulares, al punto que sólo una mirada experta podrá realmente distinguirlas.

En todo caso para ser considerada como tal, hay que observar ante todo el número de pétalos que necesariamente deben ser cinco, los cuales estrictamente se dividen en tres sépalos y dos propiamente pétalos. Uno de los sépalos es distinto y más llamativo que los otros dos, por lo que se le da el nombre de labelo o labio.

Los estambres (parte masculina) y el estigma (parte femenina) están unidos formando una sola estructura denominada: columna. En cuanto a sus formas, éstas son tan disímiles como atractivas ya sea con figuras humanoides o animalescas
Resulta curioso también cómo varias de ellas para su subsistencia establecen sus relaciones estratégicas con su entorno, como cuando el labelo imita a un tipo de hembra de insecto a fin de atraerlos para la polinización. Las hay que se muestran como una carnada e incluso como si fuese una pista de aterrizaje para pequeños animalitos que, al desplazarse entre flor y flor, contribuyen a la subsistencia de todas las orquídeas.

También se ha identificado varias que desprenden aromas para atraer a sus polinizadores, ya sean rastreros o pájaros. Éstos se alimentan del néctar o el polen, el cual envuelto en sacos adherentes se pega en sitios de en los que el animal no alcanza a sacarse y que, al llegar a otra orquídea de la misma especie, es recogida por un receptáculo que sujeta al saco para luego disolverlo y facilitar el ingreso de dicho polen a los órganos sexuales femeninos de la flor.

Es de esta forma como se muestra en las orquídeas, la maravilla de la inteligencia natural. Ya decían los antiguos filósofos “la Tierra es un ser inteligente” y cómo podemos constatar, sus habitantes también lo son cada uno a su manera, incluyendo al ser humano que al mirar expresiones inteligentes de vida, no le queda sino aceptar que no es ni dueño ni esclavo de la naturaleza, sino simplemente parte de ella. (O)

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