Camales clandestinos / Editorial
Es muy común leer y escuchar noticias sobre clausuras de los camales clandestinos o que operan sin ningún control. A parte del cierre de estos lugares donde faenan reses, chanchos, borregos, pollos y quien sabe que más, esta la insalubridad con la que lo hacen, exponiendo a las personas a consumir carne contaminada.
Bien por las autoridades que realizan estos controles para precautelar la salud de los Tungurahuenses. La rigurosidad en las sanciones no debe ser solo la clausura sino también pecunaria e incluso prisión ya que están atentando contra la salud de los ecuatorianos. La carne tiene que ser faenada en sitios que cumplan con todos los permisos sanitarios y que están controlados por Agrocalidad que es la entidad nacional encargada realizar el control sanitario en la que se faena las reses.
Incluso antes de faenar la carne hay que verificar que los animales no estén enfermos y eso lo realizan veterinarios en los centros controlados, lo que no pasa en los camales clandestinos que por vender no verifican el estado de salud del ganado.
La seguridad alimentaria es un derecho de todos y el gobierno tiene que garantizarla. (O)