Los primeros cien días de la Asamblea Nacional / Paúl Viteri
Es molesto y lamentable, que los primeros cien días de gestión de la Asamblea Nacional, hayan transcurrido con una presidenta totalmente descoordinada y más bien enfrascada en una disputa de poder con el presidente de la comisión de fiscalización. Además de varias denuncias, empezando por la “si roban, roben bien”, seguidos por la vicepresidenta del “yo no fui, fue mi asesor”, además del súper poderoso asesor, que sin miedo alguno dice “hay espacios para la gente leal, tengo para diez médicos, veinte personas para el ministerio de trabajo, unos cuantos docentes y en la empresa eléctrica”, mientras su jefe dice “bromita nomás era”, y como si fuera poco la cereza del pastel, un representante de nuestra vecina Pastaza que dice “ten paciencia a todos los que puedo estoy ayudando de poco en poco”.
Adicional a esto, existe algo de lo que muchos no hablan. Llama la atención el hecho de que los involucrados en temas de gestión de cargos, además de los que mandan a robar, pertenecen a esa algarabiada mayoría que según se rumora ya no es tan mayoría, conformada por el movimiento de gobierno, y quienes supuestamente se trazaron como los salvadores de la patria y salvadores de la elección de dignidades en la Asamblea Nacional; y hoy se les ve correteando por los pasillos de esta función del estado y medios de comunicación, tratando de salvar los muebles.
La verdad no sé si se podría contemplar que el partido del ex presidente Borja, asumiría que con solo pedir perdón y expulsar de sus filas a la vicepresidenta investigada Bella Jiménez, están salvando el discurso de “no habrá corrupción” que tanto abandero su candidato presidencial Xavier Hervas, claro y sin olvidarnos, que gracias a ese discurso gano su curul ella y algunos otros a los que se les apareció la virgencita, o tal vez los movimientos indígenas a través de su brazo político, contemplarían la posibilidad de que, sancionando a todos los infractores o acusados de su movimiento con una suspensión de siete días sin sueldo, podrán siempre santificar lo impensable.
De a poco las piezas se van acomodando, pero sobre todo vamos entendiendo él porque esta función del estado se convirtió en la de los exhortos, y en vez de cumplir con lo que la Constitución dispone, se puso en evidencia que muchos de sus miembros y autoridades se la pasaban en la gestión de puestos públicos, asimismo cobrando los favores que fueron otorgados en la elección de autoridades de dicha función, por lo que finalmente, lo único que estaría por verse es… ¿el precio que se pagó por dichos favores, terminara siendo o no, lo que ponga patas arriba todo? (O)