Mensaje y advertencia / Editorial
El anuncio de ayer por parte del mandatario ecuatoriano, Guillermo Lasso, fue una crónica de una muerte anunciada, donde dijo que el objetivo es tumbarse al gobierno de turno, legalmente constituido, no quieren el dialogo solo sembrar el caos.
Más de doce días de paralización laboral, agrícola, comercial e industrial a nivel nacional por las protestas, ocasionando pérdidas económicas millonarias, han obligado a que el Poder Ejecutivo tome la decisión de dar luz verde a la Policía Nacional y Fuerzas Armadas a que utilicen el uso progresivo de la fuerza, con el fin de proteger a la ciudadanía y la democracia de elementos infiltrados que quieren sembrar el caos.
La gente en general pregunta por qué recién ahora la figura del presidente sale a dar explicaciones, cuando, más de una semana, el orden público se ha perdido, en ciertas provincias, se ha ido de las manos; incluso, el gobernante ecuatoriano, ahora espera que la atención internacional sobre los derechos humanos debe ser objeto de análisis.
Grupos infiltrados y perfectamente entrenados en marchas, han sido partícipes de la anarquía, dañando y enfrentando a las autoridades del orden, irrespetando los ideales de lo que representa una protesta social pacífica; ojalá, las consecuencias en días venideros, no sean mayores. Lo que debe primar son las ideas, reclamos justos y la no violencia. (O)