Velar por los niños / Editorial
La Navidad es una época donde familias católicas celebran la llegada del niño Jesús, quien, posteriormente, murió por la salvación del mundo. Desde niño, Jesucristo mantuvo esa inocencia con su familia formada.
Así como nuestro padre santo fue niño, en su momento, en la actualidad, lastimosamente, hay millones de infantes en el planeta huérfanos que no tienen una familia y viven en centros de adopción o, muchas veces en las calles, algo que da tristeza porque les toca incursionar en el trabajo infantil.
En buena hora, en estas fechas tanto instituciones públicas y privadas, se dan el tiempo de agasajar a pequeños, dándoles regalos materiales, algo que sí alegra a ese ser que, incluso, espera tener un abrazo y sentirse resguardado.
Es importante que, no solo en estas fechas se ayude a los niños, sino todo el año; lastimosamente, a veces, diversos ciudadanos, aprovechan estos agasajos por figurar, algo que no es correcto. El acto de dar fundas de caramelos es positivo, pero se podría ese gasto priorizar en otros ámbitos.
En vez de llevarlos al cine, darles funciones de títeres, entre otras cosas, también sería bueno que se les haga chequeos médicos y ver en qué condiciones de salud se encuentran, más aún si son niños en pobreza extrema, para así poder darles medicinas y que puedan acceder a programas de salud alimentaria, como otro tipo de opción y que mejoren su salud. (O)