La gobernabilidad en Roma
En el siglo III el Imperio Romano, tuvo una de las crisis más fuertes de la historia, especialmente porque en un lapso aproximado de cincuenta años, tuvo una rotación de treinta emperadores, siendo estos proclamados y depuestos casi de inmediato por el ejército romano, esto especialmente por la inflación disparada a cifras impensables, el comercio sufrió una gran paralización y muchas de sus provincias terminaron siendo aisladas.
Uno de los principales factores que termino desembocando en esta lamentable situación, fueron los altos impuestos que debían pagar los ciudadanos, que de una u otra forma terminaban limitando su capacidad adquisitiva, especialmente en la compra de productos de primera necesidad.
El imperio romano de a poco fue perdiendo su poderío, especialmente en las provincias más separadas de su metrópolis, además de la toma de las fronteras por parte de los bárbaros, que aprovechaban estos momentos de debilidad para tomar el control de dichos territorios, además, de ser el preludio de otras dos crisis posteriores que incluso terminarían dividiendo Roma en dos partes.
Diocleciano, después de ser proclamado emperador de Roma, fue quien propuso una de las innovadoras reformas que de una u otra manera terminaría dividiendo el gobierno entre varios actores, brindando la posibilidad de conseguir la tan deseada gobernabilidad que desde aquellos días era compleja, pero siempre alcanzable.
Desde la época, Roma tenía ingresado un modelo de gobierno y crecimiento que se basaba especialmente en la conquista de nuevas provincias, pero al mismo tiempo esta acelerada expansión generaba la necesidad inminente de que el aparato burocrático o estatal creciera al mismo ritmo, teniendo incluso como otro factor importante el hecho de que para que los emperadores cuenten con el apoyo de la milicia debían recurrir a cuantiosos gastos en favor de los militares comunes y la guardia pretoriana.
Recién en el año 284 Diocles, logro tomar la decisión mas importante, dividir el poder entre los lideres, pudiendo llamarle como algo similar al modelo republicano, teniendo incluso la posibilidad de que durante el transcurso de su mandato esté pudiera formar como emperador a quien sería su sucesor, teniendo como principal objetivo el gestionar de forma eficiente su gobierno y una eficiente defensa de las fronteras.
Desde siempre, la gobernabilidad ha sido un pilar fundamental en la administración de un estado, pero especialmente, quien ostenta dicha dignidad debe contar con la habilidad necesaria para conseguirlo, bajo un principio fundamental que se llama “el bienestar común”, intercambiando puntos de vista, pero jamás imponiendo los suyos, o descalificando de plano a quien piensa diferente, me imagino que cuando ustedes lean estas líneas el debate de la segunda vuelta habrá terminado y de seguro muchos habrán decidido a quien le confiaran los destinos de nuestro país.
Ojalá y quien resulte electo para dirigir el destino de nuestro país, tenga por lo menos un ápice de idea de lo que significa e importante que resulta conseguir mínimos acuerdos en función del bien común, ojalá y no resulte un inútil en el tema como el que se va, que jamás consiguió tomar la rienda con fuerza, decisión y carácter; y, mas bien se dedico a justificarse permanentemente culpando de toda su limitación a quien en ese momento se le cruzo por delante. (O)