Educación para el desarrollo humano

Columnistas, Opinión

Conversaba con un buen amigo docente, de más de 30 años de labor educativa, hace tres meses ya jubilado y me decía en tiempos de crisis, como se ha desvalorizado la profesión del docente, ya no se puede alzar la voz a los estudiantes, porque todo es acoso para el estudiante, reafirmar la importancia de la educación es un acto de resistencia. No es sólo instrucción, ni simple transmisión de saberes; es una práctica liberadora que otorga sentido a la existencia y el ex docente manifestaba que si “la educación encierra un tesoro”, debemos transmitirla con conciencia crítica,  cívica y compromiso social.

La educación es ciencia y arte, razón y sensibilidad. Su propósito no es solo transmitir información, sino despertar en los educandos la capacidad de leer el mundo y transformar su realidad. Afirmaba Hernán Molina: “enseñar no es transferir conocimientos, sino crear posibilidades para su construcción como buenos ciudadanos. La ciencia orienta la práctica pedagógica”, pero es la conciencia crítica la que convierte la educación en un acto de libertad. Los desafíos de la educación que reflejan las tensiones de la sociedad. Sin embargo, contamos con herramientas para cambiar esta realidad. El ex docente recuerda “que conocer lo humano implica situarlo en su contexto”. La escuela debe ser un espacio de formación integral, un lugar donde se construyan sujetos críticos, humanos y solidarios, capaces de intervenir en el mundo con autonomía y justicia. La violencia, la corrupción y la indiferencia son síntomas de una sociedad que ha perdido el horizonte ético. Aún en su agotamiento, debe encontrar en su práctica la fuerza para reavivar la dignidad de cada ser humano. Educar es un acto de amor y valentía. Gandhi lo expresó con claridad: “Creer en algo y no vivirlo es deshonesto”. La educación debe ser coherente con sus principios, promoviendo la autenticidad, el respeto y la dignidad.

Cada persona es única e irrepetible. La educación debe nutrir todas sus dimensiones: biológica, psicológica, afectiva, social y espiritual. Somos sujetos en construcción, moldeados por la cultura, pero también capaces de reinventarnos. La transformación educativa no se logra con reformas superficiales, sino con una comprensión profunda del ser humano y un pensamiento emancipador que guíe nuestra práctica.

Terminando la conversación mi buen amigo señalaba que educar es un acto político, que el maestro debe caminar con firmeza hacia la liberación y la construcción de una sociedad más justa y humana. (O)

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