Edy Arias, sobador que alivia dolencias y devuelve esperanza
Ambato, una ciudad llena de historias y tradiciones, es hogar de un personaje cuyo trabajo diario ha dejado huella en la comunidad. En la bulliciosa avenida 12 de Noviembre, frente al Mercado Central, se encuentra Edy Arias, un sobador y masajista curativo que ha dedicado décadas de su vida a aliviar dolencias y sanar lesiones.
Con una sonrisa amable y manos hábiles, Edy atiende pacientes de todas las edades y procedencias. Su pequeño puesto de trabajo se ha convertido en un lugar de encuentro para quienes buscan alivio y esperanza. «Llevo años prestando mis servicios aquí, es mi pasión y mi vocación», confiesa con orgullo.
Edy no solo es un experto en sobar y tratar dislocaciones de huesos, sino que también ha perfeccionado su técnica en masajes curativos. Su habilidad para identificar y aliviar dolencias musculares y articulares ha hecho que muchos lo consideren un auténtico sanador.
«Empecé en el Mercado América, liego atendía cerca de la Empresa Eléctrica y, finalmente, tuve la oportunidad de trabajar aquí junto al resto de fregadores. Fue una bendición que me permitió seguir perfeccionando mi oficio», relata Edy mientras recuerda su camino hacia la maestría en el arte del sobado.
El día a día de Edy está lleno de retos y satisfacciones. Durante la semana, recibe a personas de diversas profesiones y actividades, pero los lunes son especiales, ya que es cuando más deportistas acuden a su puesto. «Los fines de semana, varias personas practican deporte y los lunes son los que vienen más golpeados. Los futbolistas y otros atletas necesitan de mi ayuda para recuperarse», comparte con una sonrisa.
Su conocimiento no proviene solo de los libros, sino de años de experiencia y aprendizaje junto a otros sobadores y practicantes. «Estudié para llegar a hacer esto, pero la práctica y la enseñanza con otras personas han sido fundamentales. Esto es algo que llevamos en nuestra sangre, algo que hemos heredado. Hace 20 años no era tan práctico, pero hemos evolucionado y perfeccionado nuestra técnica», reflexiona con nostalgia.
La confianza de sus pacientes es su mayor logro. Edy ha escuchado innumerables testimonios de personas que, asustadas por diagnósticos médicos y clínicos, han llegado a su puesto buscando una alternativa. «A veces llegan personas que dicen que les van a amputar la mano o que necesitan cirugía, pero simplemente con un masaje podemos aliviar su dolor y resolver el problema», destaca con humildad.
Fausto Córdoba es uno de sus pacientes. Él confiesa que practica ecuavoley los fines de semana. “Siempre en el deporte uno se cae mal o algo pasa y Edy ayuda y es muy bueno, con el fregado se siente el alivio el mismo día o al siguiente día”, explica Fausto Córdoba.
«Recuerdo a una persona que estuvo meses, incluso años, en rehabilitación sin resultados. Tras varias sesiones con nosotros, salió agradecido y sin dolencias», comparte emocionado. Cada caso es único y requiere de atención personalizada, y Edy se enorgullece de poder ayudar a tantos.
A sus 59 años, Edy Arias sigue con pasión y empeño en su labor curativa. Cada día, con cada paciente que atiende, se siente motivado y lleno de gratitud. «Es un don que Dios me ha dado, y lo hago alegremente. No solo por el dinero, sino porque amo lo que hago y amo poder aliviar el dolor de otros», concluye con un brillo en los ojos. (D)