Efecto Persiana

Columnistas, Opinión

¿Se imagina pararse frente al espejo, que le tomen una foto y en ella ver reflejada otra figura distinta a la que debería?, por ejemplo, usted sonríe, pero la imagen en la foto refleja su cara triste. Correr despavorido sería una reacción lógica, pero antes de que lo haga, déjeme explicarle un par de cosas al respecto. 

Se llama Efecto Persiana y no es otra cosa que un fenómeno óptico perfectamente posible en el que una imagen reflejada (o parte de ella) aparece invertida verticalmente en relación con la posición real del objeto, pero para que se dé, es preciso se cumplan ciertas condiciones previas. Primero, no es posible con espejos planos normales que se usan en la vida común, sino con los cóncavos, aquellos que tienen un cierto grado de curvatura; segundo, el objeto debe estar a una determinada distancia en relación con el observador y el espejo; y, tercero, el ángulo de visión también debe ser exacto y muy agudo.  

Con todos estos condicionantes, evidentemente es un fenómeno excepcional y un tanto difícil de conseguir, sin embargo, en la vida diaria es bastante más común de lo que suponemos porque es allí donde ocurren -a granel- hechos extravagantes y cosas inverosímiles que nos dejan absortos. Y sí, seguramente ya le atinó: en la política, aquella que sin ayuda de espejos cóncavos ni precisos ángulos de visión, nos permite fácilmente atestiguar cosas que asustan por lo descarnadas y descaradas.  

Para ejemplos tenemos mil y más, como la candidata a la presidencia de la República auspiciada por delincuentes, que confiesa abiertamente haber sido “mojigata” en el colegio y que sin embargo tienen amplias posibilidades de triunfo; una abrumadora mayoría de todos esos candidatos entrampados en reñida competencia por ganar el título al más inepto, inmoral e incapaz; un par incluso que sin tapujos incentiva consumir marihuana fumándola en vivo durante una entrevista; políticos deshonestos izando la bandera de la moral y ganando elecciones; por ahí un prófugo (fungiendo de víctima) que auspicia candidaturas cuando le es prohibido y además, negándolo con cinismo; autoridades electas haciendo campaña por su partido y obligando a sus trabajadores a hacerlo en horas de trabajo; un CNE sordo, ciego y mudo; y por si fuera poco, afiliados y pensionistas estafados votando por quienes les estafaron. 

Dígame usted si lo del efecto persiana queda chiquito al lado de estos monumentales absurdos carentes de toda lógica y un mínimo de respeto. Y aquí el problema es que lo que vemos invertido no son simples imágenes sino las conductas de futuras autoridades y también, hay que decirlo, de miles de ciudadanos incautos que creen ver en el espejo de esos candidatos la imagen certera. Al fin y al cabo, el efecto persiana tiene una explicación racional, la conducta humana muchas veces no. (O) 

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