El arpa es la razón de su existencia
Carlos Aníbal Nuela es uno de los pocos arperos que quedan en Ambato. Conserva la tradición familiar de entonar música con uno de los instrumentos más antiguos de la humanidad (se remonta al menos al año tres mil antes de Cristo).
Tiene 73 años. Nació en Izamba. Desde los 13 viene tocando el arpa. Su padre, Juan Nuela Morales, le transmitió los conocimientos que le han permitido continuar con una destreza artística.
“Toda mi familia ha tocado el arpa: mis primos, tíos y padre; es decir vengo de una descendencia musical”, dijo.
Don Carlos es jubilado del Hospital ‘Eugenio Espejo’ de Quito. En esa ciudad exhibió su potencial musical en locales del Centro Histórico.
“Turistas nacionales y extranjeros han escuchado mi música con el arpa y les ha gustado. Eso es una alegría inmensa”, sostuvo.
Por el arpa conoce todo el Ecuador. La música de Izamba es permanentemente difundida, añadió.
Un nieto está aprendiendo a tocar el arpa. Espera que sea el reemplazante para que este instrumento permanezca en el tiempo.
Con el arpa entona pasillos, pasacalles, sanjuanitos, entre otros ritmos. El sonido se obtiene al tocar las cuerdas con los dedos.
El instrumento está fabricado de pino y cuerdas de nilon extranjeras. (I)