El costo de los atrasos
Cotidianamente en la cultura ecuatoriana se suele iniciar las reuniones de todo tipo publico privada con minutos de retraso, esto, aunque parecería normal y nada del otro mundo, sin embargo, conlleva un costo oculto para las organizaciones y para las personas que oportunamente asisten a esos llamados. Convocar a una hora e iniciar luego significa que se detuvieron otras actividades que los participantes hacen cotidianamente pero que por asistir a la reunión dejaron de hacerlo, provocando una pausa en su obligación operativa o de gestión. Solo para ejemplificar una reunión en una entidad pública entre autoridades, directores jefes, asesores y especialistas para tratar algún tema puntual, conlleva mucho dinero de sus remuneraciones o servicios a disposición del evento.
Para cuantificar los costos o perdidas de los retrasos, se debe tomar los sueldos de los participantes, los honorarios de los asesores y dividir para 160 que es el número de horas al mes que si trabaja 40 horas semanales debe cumplir, allí tendría el valor de la hora del funcionario y eso multiplicar por cada hora de retraso para finalmente sumar la perdida por cada funcionario, siendo este el valor de la perdida monetaria por el tiempo de retraso de la reunión, que en verdad no es la única perdida, porque además se ocupa infraestructura, uso de servicios básicos y otros, solo así tendríamos el valor total de la perdida.
Imaginemos un gabinete del presidente y sus ministros, de un ministro y sus secretarios, subsecretarios y directores, de un rector y sus profesores y colaboradores, de un prefecto y su consejo provincial, de un alcalde y su concejo municipal, solo para poner algunos ejemplos de reuniones con personas que reciben altas remuneraciones y cada minuto de demora es un costo para la institución y un gasto para el país. Los países de primer mundo tienen la cultura de llegar unos minutos antes de la hora convocada, para de esa forma dar inicio con puntualidad sin perder tiempo ni dinero. En América latina y Ecuador por supuesto esta cultura aun es difícil de aplicarla, en Ambato hace algo más de dos décadas se implanto como un comportamiento de puntualidad y respeto además de distinción la denominada hora Ambateña, que al momento solo ha quedado en un elegante eslogan porque se sigue observando como autoridades son las primeras en llegar tarde a los eventos. Las nuevas generaciones y desde casa y centros de educación, se debe inducir a la puntualidad porque como dicen los norteamericanos Time is money. (O)