El cuajinais y la fuerza de gravedad
La gravedad es esa fuerza invisible que nos mantiene pegados a la tierra. Es todo lo que podemos decir al respecto porque nadie sabe a ciencia cierta qué mismo es, solo que existe y que es inevitable. Y aquí viene lo realmente «grave” porque así como la gravedad hace que una manzana caiga al piso con un sonoro plof, es esa misma gravedadla quemantiene en órbita a los planetas; es decir, por un lado, es una fuerza brutal e inconmensurablemente poderosa con la capacidad de mantener cohesionados a planetas, estrellas y galaxias, y por otro, esa misma fuerza es tan débil que nos permite levantar una moneda del suelo o un libro de la mesa sin esfuerzo.
La gravedad es, entonces, increíblemente fuerte solo en un sentido colectivo, o sea, cuando un objeto de gran tamaño como el Sol atrae a otro objeto de gran tamaño como la Tierra y esta a su vez a la Luna; pero a un nivel elemental, como con la manzana, la moneda o el libro, la misma fuerza de gravedad es extraordinariamente débil. Una sola fuente con resultados completamente opuestos.
Con esto queda claro que una misma cosa puede tener dos connotaciones distintas, ejemplos: un gato nunca podrá ser una pantera, aunque pertenezcan a la misma familia de felinos; la gasolina no es diésel, sin embargo, los dos son combustibles; y, de acuerdo al contexto un “te extraño” podría no ser igual a un “¿por qué no has venido?” porque aunque parecieran decir lo mismo a lo mejor sus intencionalidades distan diametralmente. En todos los casos habría dos ramificaciones distintas originarias del mismo tronco.
Cuentan los corrillos que el presidente electo Daniel Noboa habría pactado con el correísmo y con social cristianos un acuerdo de gobernabilidad (léase impunidad). Imperdonable error, porque si bien mafia y decencia son parte del mismo accionar político, son fuerzas contrarias e irreconciliables. Dicho de otra forma, los políticos delincuentes y los políticos decentes son dos realidades antagónicas que nacen de la misma fuente de gestión pública, por lo tanto, ningún acuerdo entre ellos justificaría impunidad.
Dime con quién andas y te diré quién eres. Se lo recuerdo porque sobre todo en política esta máxima resulta absolutamente reveladora, y es que, si es cierto este cotilleo, no solo que el presidente habría empezado con pie izquierdo, sino que al hacerlo se cayó de bruces y destrozó la cara quedando como la del “Cuajinais”, el actor de Chespirito con una gran cicatriz en el rostro que hacía de maleante.
Y pensar que hace solo una semana en esta misma columna ponderábamos la esperanza; ventajosamente, tal y como ocurre con la fuerza de gravedad, una es poderosa e imbatible: la de los honestos, la débil en cambio es la del Tripa Seca, del Shory, la Minina y al parecer ahora se sumaría el Cuajinais.
Ojalá que el “grave” chismorreo sea mentira. (O)