El día después
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Una vez que la “DANA” nos ha pasado por sobre el hombro y esa masa de aire frío en la altura ha provocado condiciones inestables en la atmósfera política, es hora de mirar más allá de los susurros y de los consejos, de cara a la irreversible polarización “correísmo – anti-correísmo” que está en marcha.
Y no se trata de una supuesta praxis, sino de una evidencia que, este proceso confirma y lejos de ser un llamado ponderado a la reflexión, es más bien un asunto ingresado al orden del día en la mesa servida de la política nacional, que, objetivamente ha decantado los bandos poblacionales y difícilmente se podrá abandonar y mucho menos eliminar en el mediano plazo.
¡Los esquemas rotos nos abruman! No se inmutan en restregarnos en el rostro la limitación predictiva de las encuestas. De hecho, al final de este primer episodio, las condiciones y el reto a superar son innegablemente difíciles, pero no son imposibles.
En un mundo de “chimbadores de profesión” donde las oportunidades son cada vez más escasas y a diario se privilegia el egoísmo y la envidia; la recurrente frase: “si no soy yo el elegido, que sea cualquiera, menos fulano de tal” se asume como slogan y se confunde como si fuera un pasaje bíblico.
De ahí que, al final del día “la alegría del pobre dure tan poco” y las pitonisas se solacen y relaman de gusto.
Sin embargo, hemos sido actores y testigos de un cambio electoral que nos re-conduce a un potencial modelo de bipartidismo o si se quiere a un bi-populismo, superando y con creces a los aventureros y sus pretensiones.
A partir de este señalamiento, desbrozada que ha sido la maleza, una primera lectura invita a no desestimar la urgente necesidad de revisar la estrategia de campaña, particularmente las voces que halagan y no permiten ver más allá del bosque, para advertir otros espacios y abrirse a segmentos poblacionales -incluso nada afines- a efecto de consolidar respaldos y acrecentar adhesiones.
Pero, cada persona tiene su estilo y su forma de ver y hacer las cosas. La expresión “el estilo es el hombre” sugiere que el talante, la manera de una persona al escribir, hablar o expresarse refleja su verdadera esencia, su personalidad y su forma de ser.
En esta instancia cabe preguntar ¿cuántas personas cercanas a nuestro entorno sonríen y cuántas guardan silencio? Si logramos responder que son más de una, sin duda existe la obligación de intentar esa revisión; y, ajustando modelos, transitar palmo a palmo el territorio nacional con ese cometido, empezando desde cero. (O)