El fin de la era “Castro” / Fausto A. Díaz López
Para muchos cubanos, el fin de la era Castro en vez de sembrar esperanza de mejoramiento: político, social y económico, transmite pesimismo. El nuevo gobernante de la isla, Miguel Díaz Canel es un tecnócrata de 57 años que se desempeñó como vicepresidente de Cuba hasta su nuevo nombramiento que le posesionó como máxima figura política del régimen Castrista. El actual Presidente de Cuba es un personaje: nacido, amamantado y educado en el sistema comunista. Es un convencido ideólogo que asegura que “la revolución es lo mejor que pudo haberle ocurrido a Cuba y por lo tanto se debe trabajar en perfeccionar su sistema”.
Sus primeras declaraciones a los medios de comunicación, luego de la ceremonia de su investidura como presidente; ante la pregunta de los periodistas de que si habría cambios? fue “creo en la continuidad; creo que siempre habrá continuidad”. Esta postura, es un claro mensaje para desestimular a los grupos que dentro y fuera de la isla se empeñan en que cambie la forma de gobierno, mantenido por casi 60 años; tiempo en el que los cubanos han sufrido un deterioro notable en sus libertades y derechos y un estancamiento consumado del despegue económico. Frente a esta realidad, muchos cubanos piensan “que al final todo seguirá igual; que el tema de la libertad, tal como en la era Castro, seguirá siendo ignorado. Mas bien, tienen recelo de que se ahonde el miedo, las presiones y la lucha diaria de la gente por sobrevivir”. Ante la falta de expectativas de mejorar su nivel de vida, creen: “que es mejor irse del país para en otro lugar, poder ser feliz y poder siquiera jugar al dominó sin preocupación”.
Esta pequeña síntesis de la situación actual que vive el país caribeño nos hace pensar que el cambio de mando no beneficiará al pueblo, habida cuenta que todo estará bajo una supervisión constante de Raúl Castro hasta el año 2021. El actual mensual promedio de un trabajador cubano es de 29 dólares. El desempleo aumenta y la situación económica empeora. La decisión de Raúl Castro de transferir el mando abre expectativas a una nueva generación de revolucionarios que llega más con pesimismo, que con esperanzas de cambio.
La lucha de los pocos opositores se centra “en mejorar la economía, subir salarios y bajar los precios”. Jóvenes como Yojany Pérez, con título universitario en economía, no encuentra empleo en su profesión y debe trabajar como mozo de mantenimiento para ayudar a su familia. Ese es el destino de muchos jóvenes que salen a probar suerte en otros países en los que tienen que desempeñarse en ocupaciones de diferente rango al de su especialidad. (O)