El hambre de los pueblos / Jaime Guevara Sánchez
Cada año se produce alimentos suficientes para 10 mil millones de personas. La población mundial es de 7 mil millones de individuos. Sin embargo, cada noche van a dormir con hambre mil millones en su casa, si es que tienen casa. Los que no la tienen, los vemos pernoctando en los parques, bajo los puentes, o en escondrijos lacerantes.
La demanda de alimentos no es solo asunto de los hambrientos, también existe especulación. El 70 por ciento de la producción de cereales tiene que ver con negocios especulativos. Sorprende conocer que existen los denominados “contratos futuros,” mediante los cuales se vende alimentos que aún no están ni siquiera sembrados.
Una parte importante de alimentos no están dirigidos a los seres humanos, son destinados a la producción de biocombustibles para automóviles. Por lo que no se necesita más tierra para producir alimentos para los seres humanos; pero si más tierra para los biocombustibles. Bien podríamos decir que se está creando la civilización del automóvil.
Otro gran problema es el desperdicio de alimentos a nivel mundial. Según la FAO Organización de Naciones Unidas especializada en asuntos alimenticios- cada año los países ricos del norte global desperdician 890 toneladas de alimentos; 630 millones de toneladas el sur global, “los países pobres.”
Cuarenta por ciento de los alimentos comprados por una familia norteamericana, por ejemplo, van al tacho basura porque llegó el plazo de caducidad antes de desempacarlos; o por cualquier otra razón. Europa desperdicia menos, 30 por ciento.
Aunque el problema de fondo para la economía mundial es el crecimiento económico, el crecimiento económico permanente es imposible en un mundo de limites finitos. Varios economistas han manifestado criterios incontrovertibles: “Es propio de locos creer que es factible un crecimiento económico permanente. Las fronteras biofísicas de la tierra son limitadas y son conocidas, excepto para enloquecidos por la riqueza, o por uno que otro economista también loco.”
Investigaciones mundiales humanísticas podrían aportar ponencias positivas tendientes a mitigar el hambre de muchos pueblos. (O)