El mejor consejero / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Después de todo, creo que debemos dar gracias a Dios por esta durísima experiencia del confinamiento. Cada semana, cada día, cada minuto encerrados nos sirvió en mayor o menor medida para que aprendamos diferentes lecciones. Cada una de las experiencias vividas han sido semilla de transformación. No creo que sea casualidad, ni castigo ni destino, es simplemente la vida misma manifestándose y ofreciéndonos otra oportunidad para crecer y ser mejores. 

Ahora bien, tratando de buscar alguna explicación profunda, filosófica o meta-existencial respecto a por qué los políticos en nuestro país siguen robando los dineros públicos a pesar del altísimo riesgo de quedar al descubierto, me topé con el libro “Los escombros de Dios”, de Scott Adams, en el que un viejo Avatar (persona que vive en el quinto nivel de conciencia) hace el siguiente razonamiento: -La gente cree que sigue los consejos de otros, pero en realidad no lo hace. El ser humano no sigue consejos porque sólo somos capaces de recibir información. Cada uno de nosotros creamos nuestros propios consejos de acuerdo a cuánto y de qué forma asimilamos las experiencias que nos toca vivir. Sólo se puede cambiar lo que la gente sabe, no lo que la gente hace-.

Puede resultar difícil entender y aceptar esta reflexión, pero si leemos los conceptos esenciales que se encuentran entrelíneas, podríamos terminar confirmando que si alguien recibe un consejo y decide ponerlo en práctica, en realidad lo único que ha hecho es recibir información y cambiar su saber, porque incluso el seguirlo al pie de la letra y honrar su enseñanza es de su exclusiva decisión, ahí ya no interviene ni siquiera el mismo consejero.

Por eso, cómo no agradecer la oportunidad de aprender de nuestras propias experiencias, de todo lo que hemos aprovechado en cuarentena y de lo que no también, esas lecciones fueron muy mías y de nadie más, al fin y al cabo, lo que yo he vivido, entendido y aceptado es de mi exclusivo provecho, ni siquiera del de mis seres más íntimos, ellos también habrán fabricado los suyos.

Y en el caso de los políticos ladrones, igual, porque en medio de tanta impunidad, llegan a auto-aconsejarse señalando: si terminan delatados y descubiertos, huirán y/o negarán todo. Fíjese que ellos, como todos, seguramente en algún momento debieron haber recibido el sano consejo de otra persona que les habrá alertado de las consecuencias de jugar con fuego, pero eso, solo lo recibieron, porque finalmente, ese consejo no hizo que esa gente cambie lo que hizo.

La vida es una escuela permanente, donde profesor y alumno es uno mismo. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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