El mensaje del señor presidente
Un nuevo discurso: práctico, breve, fuerte, abre paso a una suerte de invitación -a todos- para ser parte de una apuesta por la juventud, por la aventura democrática que apoyó el pueblo ecuatoriano, advirtiendo la posibilidad de crear experiencia en el día a día, frente a la necesidad de cambiar el comportamiento ciudadano, para avanzar y romper el ciclo de la revancha, como requerimiento urgente que permita encontrar respuestas nacionales a los grandes temas que tiene el país.
Ayer asistimos y accedimos, incrédulos y expectantes, a una comunicación “corta, pero espesa”. Llena de simbolismos y suficientemente clara para el buen entendedor que sin duda significa esa mayoría ciudadana que apostó por el mandatario Daniel Noboa Azín, pero simultáneamente generosa, para no dejar de lado la presencia de aquellos otros ecuatorianos que, como su familia más cercana, miran con mayor reposo y mastican sin prisas ni sorpresas las ausencias, los pendientes, los silencios, las cosas y los cambios.
Para muchos que no conocíamos la personalidad del nuevo líder, la información resumida y directa de su mensaje presidencial, bien puede ser entendida como el vehículo idóneo para hacerlo; como el primer paso que, con paciencia nos acerque a reconocer en sus acciones: lo que él es, lo que piensa, lo que quiere; y, lo que siente.
A mi gusto, muy atrás quedaron los recursos extensos, complejos, filosofales; cargados de datos, insinuaciones, promesas y llenos de alegorías que daban rienda suelta a una rueda de inventiva y suposición, para poder entender la pieza literaria en la que iba inserta la hoja de ruta de lo que el proponente a ser ungido comunicaba.
El pragmatismo y la urgencia hicieron su aparición de la mano de la confianza, la fuerza, el compromiso, la audacia y la oportunidad explícita para los jóvenes; y, la exigencia de tener en el gobierno a un gabinete diverso para intentar ese salto y la concreción que amerita la crítica situación nacional.
Junto sus pequeños hijos y su esposa, el presidente ingresó y abandonó el recinto legislativo al finalizar la ceremonia de asunción al poder. La imagen des complicada, el candor y la espontaneidad de la niñez y la serena figura de la primera dama, dibujando repetidamente una amplia sonrisa de aprobación y seguridad, aportaron a la sinceridad del mensaje, la suave brisa y la frescura de la familia bien avenida y comprometida para con la nación y sus desafíos.
La insistencia en reafirmar y hacer notar a quienes no lo ubican perfectamente que ‘no es un anti nada, sino más bien un pro’ no deja de ser la frase llamativa y objetivamente situacional utilizada en el rayado de la cancha y la definición de sus planteamientos y exigencias a la función legislativa, como tampoco su señalamiento descriptivo sobre su condición de planificador y evaluador permanente de los avances de los proyectos y metas que asume como reto. Eso habla bien de su capacidad de desempeño y lo complementa con las disculpas anticipadas a su familia por los tiempos que dejará de disfrutar de ellos, para cumplir con su cometido presidencial.
Las oportunidades, son espacios ineludibles para mensurar la templanza de los hombres y por ello es por lo que, el poder, es esquivo para la gran mayoría de las personas que lo buscan y se radica solo en los elegidos.
¡Felicitaciones Señor Presidente!
Que el éxito sea la luz que brille en el trayecto de su gestión democrática y matice las incertidumbres y apremios ciudadanos. Que la paz como “virtud activa” sea una praxis corriente que nos albergue a todos; el desarrollo, un hecho evidente; y, la justicia, una certeza y referente de equilibrio, ponderación y razón. (O)