El Padre Pedro Porras

Columnistas, Opinión

¿Cuáles fueron las contribuciones de este recordado y polifacético sacerdote josefino, educador, misionero y arqueólogo, del que tanto oí hablar  en la escuela Gonzales Suárez. ¿Quién fue ese venerable y elocuente sacerdote  que conocí personalmente a los 8 años de edad en la comunidad Josefina de Ambato.

El sacerdote y educador misionero josefino P. PEDRO PORRAS G.  proviene del seno de una familia profundamente cristiana y culta, que fue esencial para despertar en él, considerar lo noble de la tarea educativa, el exquisito aprecio  por la investigación científica y su entrega a una profunda espiritualidad cristina como vocación.

La temprana orfandad del insigne arqueólogo y su encuentro con los primeros religiosos de la Congregación de Josefinos de Murialdo durante la niñez, serán decisivos para su formación de su genio polifacético.

En el año 1922 llegaron desde Italia los primeros religiosos Josefinos al Ecuador: Padre Emilio Cecco y Jorge Rossi (futuros obispos misioneros) para continuar con la evangelización del Vicariato apostólico del Napo que comprendía lo que hoy es Sucumbíos, Orellana y parte de la provincia de Pastaza con Santa Clara y Arajuno. El Vicariato apostólico del Napo fue creado en 1871 y confiando a los padres Jesuitas, ellos permanecieron hasta 1885 cuando fueron expulsados del Ecuador en el tiempo del ex – Presidente Eloy Alfaro. “Desde esa fecha la presencia de sacerdotes en la región amazónica era esporádica, de vez en cuando un clérigo de la Arquidiócesis de Quito, visitaba algunos poblados y administraba los sacramentos más urgentes”.

Los padres Cecco y Rossi, que llegaron a Guayaquil el 24 de Mayo de 1922, allí permanecieron algunos meses adaptándose a su nueva situación. Luego partirán a Quito y guiados por Ignacio Rivadeneira, joven oriundo de la Amazonía, se adentrarán en la recóndita selva por la vía: Ambato-Baños-Puyo hasta llegar  en Agosto a Puerto Napo. Aquellos misioneros de la Congregación de Josefinos de Murialdo serán los promotores, no solamente de la evangelización de la misión del Napo, sino también de la educación de los niños y jóvenes más abandonados, conforme el carisma de San Leonardo Murialdo. (O)

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