El Padre Pedro Porras. 2

Columnistas, Opinión

El niño Pedro Porras, luego de culminar su educación primaria en el Pensionado Borja, donde se lo becó por ser un excelente alumno, ingresó al Seminario diocesano de Atocha, en el cual se encontraba estudiando su hermano. Pero su primer encuentro con los padres josefinos en particular con Mons. Jorge Rossi cambiará su rumbo de su vida, dando origen a su vocación religiosa, como el mismo lo relata de la siguiente manera: “… una mañana Monseñor Jorge Rossi, primer Vicario Apostólico del Napo, me encontró muy triste en el patio y me preguntó ¿Por qué lloras? Porque no tengo papá.- Aquí está tu papá y le enseño el retrato del sacerdote Leonardo Murialdo, fundador de los Josefinos-. Ese es tu papá; creo que inconscientemente desde ese momento nació su vocación”.

El P. Porras tomo como modelo para su quehacer educativo al fundador de las Congregación  de Josefinos: San Leonardo Murialdo, nacido en una familia aristocrática en Turín en 1828 y que llegó a ser un benemérito sacerdote: apóstol de los obreros, promotor de la prensa católica y protector de los huérfanos, para quienes fundó en 1873 de la Congregación de Josefinos de Murialdo, cuya misión apostólica es la Educación de los niños y  Jóvenes   más vulnerables. Después de haber invertido toda su vida y su fortuna en el colegio de los Artesanitos que fue la obra donde cobijo y educó a la niñez y juventud más desfavorecida  y de la cual fue rector hasta su muerte en 1900 dejó tras de si la fama de santidad. Su forma de educar fue ser amigo, hermano y padre para los más abandonados, la experiencia espiritual  que vivió y difundió fue el conocimiento del amor actual, infinito, personal y misericordioso de Dios. Murialdo fue proclamado Santo en 1970 por el Papa Paulo VI y su Congregación se encuentra en Europa, América, África e India.

El P. Porras nunca olvidará a Mons. Rossi considerándolo uno de los mentores y escribiendo su biografía titulada: “Entre los Yumbos del Napo” en 1953. Otro de los mentores que el P. Porras recordará con veneración será el sacerdote jesuita. P. Pedro Villalba que permaneció de incognito en el país, luego de la expulsión de los Jesuitas, el incentivará su pasión por la literatura. (O)

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