El periodismo de Ambato / Dr. Fausto Palacios Gavilanes
Escasa, muy escasa, o ninguna trascendencia, ha merecido la difusión y conocimiento del periodismo de Ambato, tan combativo, tan libertario, tan elevado y magistral. Bien podemos batir adarga en defensa de nuestro periodismo: El Cosmopolita, por ejemplo. Y otros más, que lavan la honra de nuestro periodismo, y le dejan en glorioso predicamento.
Me pregunto: ¿época de oro, tal vez, del periodismo ambateño, de aquellas gloriosas épocas, con la cual simplemente quedamos satisfechos, y nada más?
Ciertamente, érase el periodismo ideológico, literario, político, lejos, mui lejos, del periodismo profesional, periodismo contemporáneo de días posteriores.
Que no se olvide: Periodismo es, igualmente, periodismo literario, periodismo científico.
Hablar de Ambato, es hablar de aquel periodismo de la palestra política, de aquel periodismo de la tribuna, y periodismo, también, que bate alas en el monte Pegaso, altamente literario, flamígero, poético, enamorado…
Hablar de Ambato, de otros y mejores tiempos, es hablar, igualmente, de su periodismo romántico, puramente vocacional, simplemente por amor al periodismo.
Pues bien: El Tungurahua apareció en abril de l880, como expresión del pensamiento del “Liceo de la Juventud”, entidad constituida por valiosos exponentes de la juventud de aquella época, como Celiano Monge (¡ah, siempre el inefable Celiano Monge, tan ajeno i tan propio, tan desconocido!).
Este periódico, de jóvenes ambateños, se constituyó en verdadero ateneo de la cultura ambateña.
Edición extraordinaria constituyó la referente a la Velada que, en homenaje al nacimiento del poeta José de Joaquín Olmedo se realizó, con la participación de Juan León Mera y Nicolás Martínez.
Celiano Monge¡quién más!, publica en l88l, El Átomo, de clara oposición a Veintimilla.
El 27 de mayo de 1883 aparece La Crónica, periódico glorificado con las plumas de Francisco Javier Montalvo y de Ricardo Flores, de valiente oposición política, y de saludo y homenaje al centenario del nacimiento de Simón Bolívar.
Con la colaboración de Alfaro, Juan Benigno Vela adquirió una pequeña imprenta, en la cual se publicó El Combate, con Juan Benigno Vela, A. Martínez.
Posteriormente esta imprenta perteneció aJuan Benigno Vela; finalmente, a Teodoro Merino, en cuyos talleres se publicó EL CATECISMO DE AGRICULTURA, DE LUIS A. MARTÍNEZ.
Monge y Martínez se separaron de la redacción de dicho periódico.
Vela permaneció en El Combate, siempre ciego, pero luminoso.
Fue perseguido: se ocultó “en un hermoso rincón de los Andes”.
Fue enjuiciado por calumnia.
Publicó La Idea, El Argos: ¡es que nada podía reducir su espíritu combativo!
¡Cuántos otros periódicos ambateños, han iluminado la mente y los espíritus! (O)