El poder está en ti
En nuestra vida cotidiana, muchas veces atribuimos lo que nos sucede a factores externos, permitiendo que el entorno dicte cómo nos sentimos y actuamos. Muchas personas se perciben como víctimas de las circunstancias, lo que las deja en un rol pasivo en su propia vida. Esta mentalidad, aunque comprensible, es limitante.
La psicología positiva muestra que, aunque no podemos controlar todo lo que sucede, sí podemos elegir cómo responder. Aquí es donde entra la diferencia entre proactividad y reactividad. Ser proactivo significa dejar de vernos como víctimas indefensas y asumir el control de nuestra vida.
Investigaciones en psicología del bienestar destacan que quienes adoptan una «mentalidad de crecimiento» —concepto desarrollado por Carol Dweck— tienden a ser más resilientes ante los desafíos. Esto no significa ignorar los problemas, sino elegir una actitud que les permita adaptarse y aprender de las dificultades.
La mentalidad de víctima se centra en la queja y la búsqueda de culpables, lo que genera una sensación de indefensión. Por el contrario, la mentalidad de crecimiento implica tomar el control de nuestra vida. No podemos evitar los conflictos o el estrés, pero sí podemos decidir cómo enfrentarlos.
Imaginemos a dos personas que pierden su empleo. Una puede caer en la queja, convencida de que todo está en su contra. La otra, en cambio, ve la situación como una oportunidad para aprender nuevas habilidades o buscar un empleo más acorde con sus intereses. Aunque ambas enfrentan el mismo reto, la manera en que responden cambia radicalmente su experiencia.
Adoptar una mentalidad proactiva y de crecimiento nos permite ser protagonistas en lugar de víctimas, influyendo en nuestra percepción y experiencia de vida. (O)