El reto de vivir en democracia

Columnistas, Opinión

Escoger al mejor candidato es el reto ciudadano que tenemos por delante. Hacerlo, implica evaluar una serie de factores y considerarlos a partir de propias prioridades y valores.

A mi gusto, sin que necesariamente implique orden o prioridad, empezaría por la autenticidad. Es un aspecto muy importante en una candidatura. Ser auténtico implica ser genuino, honesto y coherente en todas las facetas de la vida y de la candidatura, como parte de ella. Es factor clave. Por ello, identificar la forma en que los candidatos se presentan y se comunican, influirá en la percepción de los votantes y en su confianza hacia ellos.

Si un candidato muestra autenticidad, es más probable que genere confidencia y conecte emocionalmente con los votantes. Sin embargo, esa percepción puede variar según el contexto político y las preferencias de los propios votantes.

Es preciso, en este pauteo de verificación, analizar las propuestas y políticas de los candidatos, en relación con los problemas y temas que, cada uno, considere más importantes. Evaluar y verificar si sus propuestas son realistas, factibles y si están alineadas con los valores y prioridades que a cada elector animan e importan, es lo adecuado.

Seguidamente, es urgente considerar la experiencia y el historial de los candidatos. Investigar sobre su trayectoria, logros, experiencia laboral o política relevante, integridad y ética en el servicio público. Esa información permitirá conocerlos integralmente.

No menos importante será evaluar las habilidades de liderazgo y comunicación de los postulantes. Sobre todo, encontrar respuestas a interrogantes como: ¿Puede articular claramente sus ideas y metas? ¿Es capaz de trabajar en equipo y tomar decisiones efectivas? Las contestaciones nos ayudarán a la decisión final de la escogencia. 

Observar si los candidatos muestran una comprensión genuina de las necesidades y preocupaciones de la comunidad, es esencial. Si tienen un historial de participación en actividades comunitarias y si parecen estar comprometidos en representar y servir a la gente, es una condición que abona en su favor. Se dibuja mejor su carácter y nos ayudará a entenderlo.

La integridad y ética de los candidatos son aspectos que no se pueden dejar de analizar. Evaluar si tienen un historial de comportamiento ético y honesto, y si parece ser confiable y responsable, dice mucho de su personalidad.

No obstante, hay que recordar que la elección de un candidato es una decisión personal y subjetiva. Es importante reflexionar sobre sus valores y prioridades, y participar en el proceso electoral informándonos sobre las opciones disponibles.

Si bien la autenticidad es un factor importante en una campaña electoral, no es -necesariamente- suficiente para garantizar la victoria en una elección. Ganar una elección implica una combinación de diversos factores, como: tener una plataforma sólida, habilidades de comunicación efectivas, estrategias de campaña bien diseñadas, una base de apoyo consistente y la capacidad de conectarse con diferentes grupos de votantes.

Queda dicho que la autenticidad puede ayudar a generar confianza y empatía con los votantes, pero también es necesario abordar los problemas y preocupaciones de la comunidad, presentar propuestas claras y viables, y demostrar liderazgo y capacidad para resolver los desafíos que enfrenta la sociedad.

El contexto político, la competencia y otros aspectos de la campaña también pueden influir en los resultados electorales.

De suyo, conocer, evaluar, escoger y decidir, son acciones intrínsecas a nuestra capacidad de ciudadanía y, de ella, dependerá nuestro futuro.

¡Hagamos el esfuerzo!

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