El Rey no se disculpa 

Columnistas, Opinión

No le invitaron al rey Felipe a la posesión de la presidenta de México por no haberse disculpado por la conquista en el siglo XVI, tal como le había exigido el inefable Andrés Manuel López Obrador, hace algunos años, con su verborrea insoportable y sus complejos históricos. Quisieron que asistiera su hija Leonor, ahora princesa y reina en algunos años. La Corona no cedió y tampoco el gobierno del socialista Pedro Sánchez. La presidenta Shenbaun no contó con la presencia de la delegación gubernamental española, mientras AMLO se despedía de su clientela tratando de emular al rey que no invitaron él y su obediente sucesora. 

Lo que ocurrió entre Hernán Cortéz y Moctezuma no es lo que repite, con total distorsión de la historia, el expresidente López Obrador. Cortéz no quería destruir Technotchitlan ni matar al emperador. Dialogaron, conversaron y el español quedó absorto de la belleza urbanística del reino. Aprovechó la división y la guerra interna entre Moctezuma y diferentes grupos indígenas, que no sólo pagaban tributos sino que eran permanentemente sometidos. 

Así como los descendientes de Atahualpa fueron recibidos y tratados como miembros de una clase real en el círculo de la corono, también lo fueron los descendientes de Moctezuma. 

Hubo excesos y conductas reprochables de los conquistadores, condenadas por los mismos reyes españoles y, sobre todo, por clérigos del nivel de Bartolomé de las Casas y de los miembros de la Escuela de Salamanca. Ello, en todo caso, no puede ser el gran argumento para desconocer el gran encuentro entre dos culturas y el mestizaje, especialmente cultural, sobre el que radica la fortaleza de America Latina. 

España es la principal puerta para que los países latinoamericanos puedan aprovechar  lo que la Unión Europea puede ofrecer. La diplomacia mexicana va a tener que emplearse a fondo para recomponer la relación con España.

Al presidente Noboa tampoco le invitó la dupla mexicana gobernante. Parece que les resienten los jefes de Estado con personalidad, como Noboa y Felipe. (O)

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