El ser humano, lobo de dos caras / Klever Silva
Qué hacer, qué pensar o qué sentir cuando vemos a alguien botar basura desde un auto o en las calles estando a centímetros del tacho que, por ordenanza municipal, lo tenemos en cada puerta de nuestra ciudad; es una mezcla de lástima y frustración, quizás estamos a punto de darnos por vencidos y decimos: “ya no se puede hacer ni esperar nada”.
La pregunta sería: ¿cómo queremos entonces que no haya inundaciones por taponamiento de alcantarillas? ¿Cómo generar empatía con quienes viven en nuestro entorno? Entiéndase como empatía a la capacidad de percibir, compartir y comprender, de forma objetiva y racional, lo que otro ser puede sentir. Engranemos ahora conceptos fundamentales que deben ser considerados a la hora de convivir, por ejemplo, la cooperación que es el resultado de una estrategia aplicada a un objetivo desarrollado por grupos de personas o instituciones que comparten un mismo interés; la colaboración que involucra el trabajo de varias personas en conjunto tanto para conseguir un resultado muy difícil de realizar individualmente como para ayudar a conseguir algo a quien por sí mismo no podría; sentido de comunidad que es la adhesión coherente y vinculante para conseguir un bien común; solidaridad que es el sentimiento de unidad basado en las metas o intereses comunes, y así no terminaríamos de describir los fundamentos que debemos seguir para una convivencia racional.
Sabemos que el aseo es lo más importante, que si queremos cuidar nuestra salud necesitamos asear nuestro cuerpo. Cada quien tiene sus propios principios de higiene básica (por ello inclusive hasta vemos divorcios), pero si no cuidamos el aseo de dónde transitamos, cómo nos podemos quejar de nuestra salud.
La higiene externa depende también de desechar la suciedad de la interna, la de nuestra mente. Desde la moral, la religión y las costumbres familiares nos han dicho que es malo pensar solamente en uno mismo. Pero parecería que lo propio del ser humano es el egoísmo y que debemos luchar contra él para ser más empáticos y más felices, pues con el desarrollo de las neurociencias comprobamos que el asunto es diferente, no tiene tanto que ver con la virtud sino también el rasgo de una inteligencia evolucionada. Pensar solo en uno mismo lleva a la indolencia y de ésta se puede pasar fácilmente a la crueldad y en ese estado, solo aparecerán pensamientos de indiferencia o de odio. Odiar a los demás como una estrategia para exaltarse a uno mismo, los demás son malos y solo yo soy bueno, los demás son torpes, solo yo veo la luz. Consecuentemente, un acto de limpieza que convenga a todos es como enfrentarse a uno mismo contra el egoísmo teniendo al amor como principio, al orden como base y al progreso como fin. Esas buenas costumbres harán sensibilizarnos y ponernos en los zapatos de los otros y así como son nuestros actos de limpieza así serán nuestras conductas.
Se dice que la educación es al alma lo que la limpieza es al cuerpo, entonces preguntémonos si lo que hacemos por nuestra casa, nuestro barrio y nuestra ciudad nos acerca al hogar que queremos mañana para nuestros hijos
“El ser humano es un lobo de dos caras. Una es la cara de un lobo cruel, que solo piensa en sí mismo. La otra es la cara de un lobo que trabaja para su manada. ¿Cuál de los dos vence? Aquel al cual se alimente. El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor”. (O)
Medicina Integrativa Oriental