El ser más hermoso de la humanidad / Jaime Guevara Sánchez
Quizás ilustre mejor los sentimientos, compartiendo un episodio de amor que conmovió a las generaciones de hace unos cuantos años.
La historia no es de mi propiedad, pertenece a Charles Boyer. ¿Recuerdan a Charles Boyer? Actor profesional, hombre apuesto, amable, simpático. Amante de las más famosas y bellas mujeres del cine. Su pinta estaba presente ante las cámaras y en las revistas de los admiradores. En su vida real fue un hombre muy diferente.
Había una sola mujer, Patricia, su esposa durante cuarenta y cuatro años. Los amigos calificaban la relación de amor de por vida. Ellos no dejaron de ser menos amantes, amigos y compañeros después de los cuarenta y cuatro años que después del primer año.
Lamentablemente Patricia enfermó de cáncer al hígado. A partir del primer día Charles Boyer se sentó junto al lecho de su amada para verle esperanza, entusiasmo; día y noche por seis meses. Él sabía que no podía transformar lo inevitable, nadie pudo. Patricia murió en sus brazos. Dos días después Charles Boyer también murió, eliminado quería vivir si ella, «Su amor fue la por su propia mano. Dijo que no vida para mí.»
Quiero dejar muy en claro que estos pasajes no son parte de una película sino la historia de la vida verdadera de Charles Boyer. Por supuesto que uno no puede juzgar de cómo Boyer manejó su dolor, tocado por la profundidad de amor detrás del aparente fingimiento de los romances de Hollywood. Conforta saber que un hombre y una mujer pueden amarse por tanto tiempo.
Uno no sabe cómo conduciría el dolor en similares circunstancias. Ojalá nunca se presenten. Sin embargo, hay momentos cuando uno mira las realidades diarias de la vida y ve a la persona que llamamos esposa, amiga, compañera. Entonces comprendo por qué Charles Boyer hizo lo que hizo. Realmente ¿es posible amar a alguien tanto como él lo hizo?… Yo creo que sí.
¿Qué sería del mundo sin los portentos del ser más valioso de la humanidad, la Mujer? (O)