El verdadero amor / Dr. Guillermo Bastidas Tello

Columnistas, Opinión

Cada vez que incursionamos en la vida afectiva y dudamos de nuestros sentimientos nos encontramos con la clásica pregunta, ¿es verdadero amor? Y ahí nos quedamos congelados, gélidos, fríos y hasta patidifusos.

Posiblemente el Amor verdadero significa saber examinar y asumir que las personas tenemos cosas positivas y negativas, tantos defectos como virtudes, que probablemente nos incomoden ciertas improcedentes costumbres; que no todo es de color de rosas y que no vivimos en un cuento de la bella y la bestia con príncipes y princesas enamoradas.

El amor verdadero es algo que va más allá de amar las coincidencias. Un amor veraz y auténtico es enamorarse de las diferencias con gran intensidad, ser tolerantes y flexibles con las incomodidades y abrir las puertas a la confianza y libertad de pareja.

Amar de verdad es un gran reto, pero más que todo es una gran obra de la vida. Por eso para lograr el verdadero amor tenemos que deshacernos de todas aquellas ideas que nos impidan sustentar la realidad.

Para saber amar sin dependencia ni necesidad compulsiva nos hace falta valorarnos a nosotros mismos primero. O sea, para decir “te amo” primero debes saber decir “me amo”. El amor propio y el conocimiento de uno mismo son las claves para generar relaciones saludables.

Obviamente, para encontrar a la persona apropiada también debemos prepararnos nosotros mismos para una relación. Esto exige un trabajo interior que puede resultar costoso pero que, tendrá grandes beneficios. EL AMOR VERDADERO.

Es normal que no nos guste todo de nuestra pareja. Sin embargo, las diferencias hacen divino y completo al amor. Si solo amamos aquello que nos gusta, las virtudes, las frondosidades y las fortalezas, el amor verdadero no se podrá sostener por mucho tiempo, ya que somos seres con luces, sombras y penumbras.

Lo de la media naranja es un mito, ya que nadie en la vida tiene la responsabilidad y el compromiso de completar lo que nos falta. Por eso es mejor ofrecer antes que necesitar de la pareja; todo aquello tiene como consecuencia directa otorgarle más valor a la persona que queremos, pues la valoraremos por quién es y no por lo que nos aporta o soporta.

Necesitamos trabajar mucho y cuidarnos a nosotros mismos para no caer en la supuesta necesidad de que alguien tape nuestras heridas, calme nuestra hambre y elimine nuestras carencias o necesidades insatisfechas. Por eso, la clave del amor verdadero está en nosotros mismos, en nuestra forma de amar y en nuestra forma de querernos y querer.

A veces perecemos en el error de creer que para que el amor funcione es necesario no tener problemas, no discutir, comprenderse al 100% y siempre estar dispuestos incondicionalmente al otro. Sin embargo, el amor verdadero es hacer frente a lo bueno y a lo malo, a los problemas mancomunadamente, sin ningún tipo de calmantes. Es decir, mirar la realidad tal cual es y resolver los problemas a través del respeto, del compromiso, la consciencia y la estabilidad dinámica.

EL AMOR VERDADERO ES VERDADERO, INCONDICIONAL, SINCERO, DESINTERESADO, DINÁMICO, RESPETUOSO, PROFUNDO Y MÁS QUE TODO SOLIDARIO. Y SOBRE TODO HASTA SIEMPRE. (O)

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