Ellos descansan y nosotros también / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

La Asamblea Nacional, el 12 de septiembre entró en su período de receso, que se extenderá hasta el 26 del mismo mes. Inicialmente, la vacancia fue dispuesta para el mes de agosto, pero se aplazó por la premura del juicio contra el Consejo de la Judicatura. 


No habrá reuniones del Pleno, aunque algunas comisiones como la de Justicia no dejarán de trabajar. Para su presidente, “las necesidades del país y sus ciudadanos no tienen pausas”. Cosa parecida sucede con la comisión formada entre el Ejecutivo y Legislativo, cuya mesa técnica conformada para elaborar el anteproyecto de la nueva Ley de Inversiones prevé terminar su trabajo el próximo 23 de septiembre. 


A su regreso, los congresistas tendrán tareas acumuladas. Por ejemplo, dar por terminado el juicio político contra tres vocales y la expresidenta del Consejo de la Judicatura; tramitar el siguiente juicio contra cuatro vocales del Consejo de Participación Ciudadana y, después, otro proceso idéntico contra los siete miembros del mismo Consejo. Al parecer, hay mucho interés por agotar el tiempo en enjuiciamientos.


Este énfasis desplaza otras acciones, no menos importantes, a un plano secundario. Vale recordar, que el 14 de mayo de 2021, tras la inauguración de la presente legislatura, el compromiso fue recuperar la confianza del pueblo y responder a las demandas urgentes de la ciudadanía. Con este fin, se elaboró una agenda para el período 2021-2022, denominada Minga por la Vida. El compromiso fue aprobar al menos 82 proyectos de ley y fortalecer la tarea de fiscalización y control político. Sin duda, estos objetivos eran utópicos, pero se podría haber alcanzado una parte de ellos. 


A la fecha, la meta no se cumplió y al contrario de lo previsto, la imagen de la Asamblea se deteriora cada día. Durante el receso, lógicamente, no se puede mantener sesiones ni tramitar leyes. Esta pausa ofrece al país un tiempo de calma. Si bien, hay ruido, emitido por otras entidades públicas, los asambleístas descansan y nosotros también. 


A su regreso, lo mínimo que se espera de ellos es que asistan regularmente a su puesto de trabajo, que no abandonen las sesiones cuando no se sientan a gusto, que participen en los debates con discursos elocuentes, que no caigan en la vulgaridad, que presenten pruebas de sus denuncias, que no acepten ni pidan sobornos, que voten a conciencia,… Es lo mínimo que se espera. (O)

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