Elocuencia no es sinónimo de honestidad

Columnistas, Opinión

James Hutton fue un afamado científico escocés que durante buena parte del siglo XVIII se desempeñó con sobrada brillantez como geólogo, médico, naturista, químico y granjero experimental y que, según todas las versiones, era un hombre altamente ilustrado y de agudísima inteligencia por lo que su reputación de gran erudito era ampliamente reconocida.  

Sin embrago, ser inteligente no siempre es sinónimo de elocuencia, nobleza u honestidad. En el caso de James, su defecto era tremendamente notorio: no sabía expresarse, sí, muy inteligente y todo pero cuando quería exponer una idea sencilla terminaba complicándose con enredos, confusiones y frases que decían todo y no decían nada; y claro, indudablemente sabía lo que quería decir, pero no sabía cómo decirlo. Sus alocuciones y sus pocos escritos eran a no dudarlo una fuente inagotable de completo aburrimiento. 

Le invito a sonreír conmigo al leer la transcripción de un sucinto extracto de su obra de 1745, Teoría de la Tierra: “El mundo que habitamos está compuesto de los materiales, no de la tierra que fue predecesora inmediata de la actual, sino de la tierra que, partiendo del presente, consideramos la tercera y que había precedido al territorio que estaba sobre la superficie del mar, mientras que nuestra tierra actual estaba aún bajo el agua del océano.”  

Los Congresos del Ecuador de comienzos de nuestra democracia y hasta los años ochentas y noventas estaban conformados en su mayoría por parlamentarios de lujo: impoluta honorabilidad, probada erudición de los temas nacionales y una exquisita capacidad oratoria, o sea, cumplían con los parámetros mínimos para un digno desempeño público; y desde luego que también había corruptos, pero en ningún caso como los asambleístas y políticos de hoy en día los cuales en su mayoría, y a diferencia de Hutton, manejan deslumbrantes discursos y aireadas alocuciones que convencen con sagacidad pero, pronunciados muchos de ellos, por miembros de la mayor organización delictiva del país, de acuerdo a la versión de la fiscalía. 

Igual a lo que ocurre con el presidente electo Daniel Noboa cuya agrupación política se pronunció en un escrito -muy bien redactado-, negando que el acuerdo con el correísmo y el PSC haya sido a cambio de impunidad y repartos, pero la realidad parece decir lo contrario. Y es que distinto al Hutton de esta historia, nuestros políticos pueden hablar y escribir muy bonito (o hacer que les escriban, sería lo apropiado), pero todos sabemos que elocuencia no es necesariamente sinónimo de honestidad. 

Por eso habría preferido mil veces que en esta nueva Asamblea nos representen 137 de nuestros viejos y admirados congresistas o en el peor de los casos gente de la capacidad de James Hutton con lenguaje cantinflesco, pero honestos e inteligentes, y no cien pícaros que hablen y escriban maravillas cuyos intereses apuntan abiertamente a la defensa de la mafia y el delito. (O)

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