En el nuevo día
Unas cuántas voces se alzan para reclamar todo cuanto pueden, incluso, por lo que aún no sucede, porque sienten que, al hacerlo, enmiendan una o varias de sus falencias, mientras siguen intentando subsanar uno o varios de sus miedos.
Hablar de unidad y apoyo con piola, es como anticipar una oposición a rajatabla.
Crecer bajo esas antípodas, siendo una pretensión por alcanzar -políticamente hablando- que el señalamiento de las ofertas del ganador sean una realidad en el corto plazo; se dirige a sustituir las formas y las potencialidades de quienes no superan el segundo lugar, de manera de poner a buen resguardo el capital humano residual, soportante de sus gesticulaciones.
Y este país nuestro, tan venido a menos, pero simultáneamente tan grato y ávido por superar sus dificultades y alcanzar el éxito, ha marcado ‘en el nuevo día’ la esperanza de un pueblo que anhela paz, seguridad, empleo, progreso, salud, educación, unidad y, sobre todo: honestidad, verdad, respeto, compromiso y cumplimiento.
Nunca como hasta el día de hoy, se sintió tan profundamente la necesidad de dar un vuelco a lo estatuido, quince o más años atrás, porque recién ahora se entiende lo difícil que es vivir en un mundo lleno de ficciones y de mentiras, amasando pobreza, mientras unos pocos acaparan inmerecidamente las delicias del poder y llenan sus hambres y sacian sus miserias.
Y el mundo da vueltas, y las segundas oportunidades se presentan y se posicionan. Eso es lo que ha acontecido.
Se trata de un récord al que acceden con relativa facilidad los elegidos, en tanto los electores apuramos la idea de felicitar y augurar el éxito, porque entendemos que el bienestar colectivo, nace de la gestión individual y se concreta merced a la sumatoria de otras muchas voluntades que respaldan y esperan.
El Antiguo Testamento, recoge una historia bíblica en la que narra cómo Daniel fue arrojado a un foso lleno de leones, por inobservar un edicto real y como castigo por su fe en Dios, pero milagrosamente, siete días después, los leones no lo dañaron.
Parafraseando la enseñanza que aquella pretende, vale resaltar que, el estoicismo, la ecuanimidad, la paciencia y la fe que fluye de la imagen renovada del joven mandatario electo del Ecuador, nos devuelve -una vez más- la confianza en nosotros mismos y por ello, más que justificado el regocijo ciudadano por el triunfo inobjetable del domingo pasado.
¡Pero, que se nos viene! Pues simplemente un compás de espera que no superará los dos meses y simultáneamente algunas actividades de acceso a información y conocimiento que deberán concretarse para empatar la realidad con las posibilidades ciertas de las propuestas, la concreción de un calendario de realizaciones y las definiciones políticas inaplazables que les darán vida.
En tanto “los leones y sus fauces” seguirán babeando y gruñendo, y Daniel Noboa Azín, nuestro Presidente, continuará firme en sus propósitos y en su voluntad férrea para sacar adelante a todo un pueblo que -sin duda- llegará a unificarse, pero no merced al pacto político de no agresión a cambio de algo, sino por efecto del cumplimiento de la palabra empeñada, que será el testimonio de fe y de verdad que espera el país.
Entonces, mutarán las ambiciones y los personalismos.
Entonces, sobrevivirán las razones por sobre los apasionamientos.
Entonces, brillará la luz del entendimiento y se superará la sombra de la duda.
Rodeado de un equipo idóneo de ecuatorianos, comprometidos como él, para con el país, su gobierno incursionará en las líneas que explícitamente han sido verbalizadas y tendremos un gobierno distinto, propio, auténtico, en el que podremos confiar.
¡Felicitaciones y éxitos Señor Presidente! (O)