En pos de una beatificación /Lic. Mario Mora Nieto
Cuando Monseñor Manuel María Pólit recibe la Consagración Episcopal, el 1 de noviembre de 1907, tuvo audiencia de su santidad Pío X, quien le dijo: “Es preciso que ustedes los ecuatorianos introduzcan la causa de Beatificación de García Moreno. Nunca encontrarán ustedes un Papa y un Colegio Cardenalicio como los actuales, tan deseoso de conferir el honor de los altares a vuestro Héroe”.
¿Cuál fue la respuesta de Monseñor Pólit?
“Santísimo Padre, por desgracia, en nuestra Patria imperan circunstancias políticas anticristianas de tal magnitud, que sería una temeridad instaurar esa gloriosa causa”.
Sin embargo, el movimiento a favor de la beatificación fue adquiriendo gran notoriedad, incluso fuera del país.
Desde Santiago de Chile el presbítero Eliodoro Villafuerte envió una carta a doña Emilia Rivadeneira, domiciliada en Quito, con estas expresiones: “En el momento presente lo que debe hacer usted es conseguir que el prelado de la Arquidiócesis, secundando el consejo de Su Santidad Pío X, inicie y lleve a cabo el proceso de mártir, para la canonización de García Moreno; tengo en mi espíritu la aspiración de ver al Gran Presidente exaltado no sólo a los honores de un monumento sino a los de los altares”.
El religioso Severo Gomezjurado S. J., indica que en 1939 promovió solicitudes a Monseñor Carlos María de la Torre, Arzobispo de Quito, suplicándole instaurarse la causa de la beatificación de García Moreno. Y añade:
“¡Cuánta gloria daríamos a Dios, de qué nuevo esplendor se vestiría la iglesia, y qué honra inmarcesible redundaría a nuestra Patria, si con infalible labio declarara el pontífice romano que García Moreno fue y debe apellidarse Mártir de Cristo!”.
En 1957, el padre Severo Gomezjurado fue nombrado por Monseñor Carlos María de la Torre como miembro de la comisión histórica pro causa de la beatificación de García Moreno, más no pudo satisfacer su anhelo, el arzobispo fue presa de una trombosis que lo llevó al sepulcro. Desde aquel momento la causa quedó paralizada.
Sin embargo, se exhibían otros recursos para insistir en la canonización del doctor García Moreno.
Es así como empezaron a difundir varios “milagros” atribuibles al “Mártir de Cristo”, algunos de los cuales se publicaron en el apéndice de la obra “Vida del hombre que honra al hombre”, cuyo autor es el Padre Severo Gomezjurado S. J., entre otros citaremos:
“En Cayambe, año 1984, la señora Carmen Chicaiza, tiene úlceras en el estómago, que le hace prorrumpir en horrendos ayes. El facultativo prescribe operación quirúrgica. La doliente no cuenta con dinero para ellos. Recurre al conocido devoto del presidente mártir don Segundo Barriga, el cual no hace más que aplicar al sitio de la úlcera una estampa de García Moreno. Cesaron de inmediato los dolores y para siempre. Con un poco de dinero se hace tomar una radiografía y ésta evidencia una curación completa de la úlcera.
La polémica desatada por esta propuesta político-religiosa ha quedado plasmada en valiosas obras como “La herida de Dios”, de Álvaro San Félix; ¿Santo o demonio? De Carlos Barreto: “El dictador Gabriel García Moreno”, del escritor cubano Roberto Agramonte; “El Santo del Patíbulo”, de Benjamín Carrión; “Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús”, del eminente jesuita José María Heredia, entre otros, los cuales atacan o defienden el papel protagónico de García Moreno en la Historia de la Patria. (O)