Energía fundamental / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión


Educación no es solamente lo que ocurre en un edificio con letrero de ‘escuela o colegio’. Educación es la suma total de todas las experiencias e impresiones a las cuales está expuesta la mente tierna y plástica del niño, de la niña. El padre que insiste en enviar a su hijo al mejor colegio y, sin embargo, no ve problema en permitir que ese hijo pase el mismo número de horas mirando series de pistoleros, de presidentes, ministros legisladores y burócratas dorados saqueando los dineros públicos corruptos robando los ahorros del pueblo, no debiera sorprenderse si la mente de su prole devuelve la ruindad y la vileza que han puesto en ella.

El pensamiento es el ingrediente básico del aprendizaje. Es también la energía fundamental de la historia humana. La civilización está estructurada no por las máquinas sino por el pensamiento. En forma similar, la unidad humana está representada no simplemente por nuestra habilidad de hacer objetos sino por la capacidad de clasificarlos y relacionarlos con la vida.

Otros animales practican la comunicación. Solamente los humanos tenemos la capacidad de la comprensión. Desplacemos o eliminemos el pensamiento, y las especies por sí mismas ya no pueden reclamar la supervivencia porque no tienen mayor derecho que los dinosaurios con cráneo de un metro y cerebro tamaño de una arveja.

La impotencia del bruto al lado del sabio está representada por el pensamiento. Trabajamos para disponer de lo necesario, excepto del factor más indispensable de todos: tiempo para pensar y para convertir el pensamiento en hábito.

Si el pensamiento positivo, cual ola gigantesca, cubriera a la clase política, a la sociedad civil, a todos los ecuatorianos; qué diferente sería la suerte, el destino, el futuro del país. (O)

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