Es de humanos… / Andrea Manjarrez Ocaña

Columnistas, Opinión


Ahora que el tiempo en casa es mayor, es momento de analizar nuestro actuar.

El crecimiento le concierne a varios detalles pero las ramificaciones fundamentales son la parte emocional y espiritual de un ser,  la parte física posee transformación biológica normal pero lo más complicado es mantener la esencia y a la vez obtener la madurez, existe un transe en la pubertad y adolescencia de una persona donde adquieres todas esas enseñanzas que son herramientas clave del inicio de la adultez, esa etapa donde la madurez va tomando forma y donde conoces lo bueno, lo malo y lo feo de la vida para escoger y valorar el futuro, así como poder afrontar los obstáculos venideros habituales de los 20 y 30 para vivir la naturalidad y espontaneidad, de la etapa matrimonial y de paternidad asumir todas las responsabilidades de la cotidianeidad, sin lugar a dudas al ir ascendiendo cada peldaño como corresponde suena maravilloso; pero que sucede cuando alguna de estos periodos de vida se omiten o reemplazan, ya sea por vivir a mil intentando ser adulto perfecto incluso antes de llegar a la segunda década, o con casi 30 años intentar cumplir el papel del quinceañero que se come el mundo, todo este círculo depende mucho de la enseñanza de hogar y el vinculo con el exterior, aprender a unir estos dos ámbitos sin que desestabilicen tu ideología y propósito de vida es tarea difícil mas no imposible.

A lo largo de tu existencia escucharás frases como: “Me llenas de orgullo”, que te brindarán satisfacción y sonrisas pero también tendrás que oír “me decepcionas”, pues la perfección está muy lejos del mundo terrenal.

Cuando creas que cometiste un error no permitas que te juzguen cuando llegues al éxito no consientas que te adulen y te lleven a las nubes pues esa estancia es utópica, mantente en tierra firme y tan solo vive, pues errar y triunfar Es de humanos. (O)

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