Estado sin gasto / Luis Fernando Torres
Han aumentado los ingresos fiscales y el gobierno guarda los recursos en lugar de emplearlos en gastos de inversión. La paradoja fiscal del Ecuador ha llevado a que el país se encuentre en una preocupante situación de deterioro de la infraestructura física.
Con los nuevos impuestos y los ingresos extraordinarios del petróleo se ha llegado a una bonanza fiscal sin precedentes. El déficit proyectado del 2022 se reduciría tanto que no pasaría del dos por ciento. Se trata, a no dudarlo, de una buena noticia. Los organismos internacionales de financiamiento dirán que Ecuador ha hecho los deberes. Y ello, con seguridad, asegurará que el valor de los títulos de deuda se mantenga alza. Enhorabuena, se podría decir, para los tenedores de bonos de deuda.
Entre tanto, no se utilizan los recursos públicos para construir y mantener carreteras, hospitales, escuelas ni para pagar las deudas al Iess. No más del cinco por ciento del presupuesto de gastos de inversión se habría ejecutado por el gobierno. Es el porcentaje más bajo de la década.
La economía nacional se encuentra deprimida por la falta de inversión público. No circula el volumen de recursos necesarios para que la economía se mueva en forma dinámica.
El equilibrio fiscal es no sólo un objetivo loable sino una herramienta para crecer responsablemente. Sin embargo, en nombre del equilibrio o del bajo déficit fiscal no se puede abandonar a la infraestructura física, privándoseles a los ciudadanos de una óptima red de vías.
El 2022 ha sido un año dificil para muchos contribuyentes que han pagado más impuestos que en años anteriores gracias a la vigente reforma impositiva, vigente sin aprobación legislativa. También ha sido una año lleno de dificultades para aquellos que no han logrado recuperarse económicamente después de la pandemia. Y será para todos más dificil si el gobierno no emplea lo guardado en gasto de inversión.