Exigimos coherencia del extremo al otro

Columnistas, Opinión

En cada ciclo electoral, los discursos políticos se llenan de promesas y llamados a la unidad, recuerdo desde el debate de León Febres Cordero y Rodrigo Borja hasta el que acabamos de vivir entre Luisa González y Daniel Noboa, se ha debilitado la transparencia y el bienestar colectivo. Sin embargo, muchas veces, estas palabras se diluyen en contradicciones y cambios de postura que revelan una preocupante falta de coherencia política. La coherencia, entendida como la alineación entre lo que se dice, lo que se hace y lo que realmente se cree, es un valor esencial en cualquier democracia sana, pero suele escasear en tiempos de elecciones porque nuestra democracia está enferma.  

Uno de los mayores problemas que enfrentan los ciudadanos en esta época es la volatilidad de los discursos políticos. Muchos candidatos se reinventan según la conveniencia del momento, modificando sus posturas para ganar votos sin un compromiso real con las ideas que defienden. Esta incoherencia no solo genera desconfianza, sino que también debilita el debate político, convirtiéndolo en un espectáculo donde lo que importa no es la verdad ni la convicción, sino la estrategia para conquistar el poder a través de acusaciones y la mentira.

La coherencia es un principio fundamental en la vida cristiana, pues Jesús enseñó que nuestras palabras y acciones deben reflejar nuestra fe. En Mateo 7:16-20, se nos recuerda que «por sus frutos los conoceréis», enfatizando que una vida alineada con la verdad produce buenos frutos. La coherencia implica vivir conforme a los valores del Evangelio, sin doblez ni hipocresía. Santiago 1:22 exhorta: «Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores». Dios nos llama a ser íntegros, manteniendo firme nuestra fe y testimonio en todo momento, para que nuestra vida sea un reflejo auténtico de Su amor y justicia.

La falta de coherencia se manifiesta de múltiples formas: políticos que critican duramente a sus adversarios y luego forman alianzas con ellos, candidatos que prometen transparencia, pero tienen antecedentes de corrupción, o líderes que se presentan como defensores del pueblo mientras implementan políticas que favorecen intereses particulares. En un mundo donde la información está al alcance de todos, nos obligan a encasillar a quien escuchar y a quien no, esta incongruencia es cada vez más evidente, lo que agrava la desilusión y el desencanto de los ciudadanos con la política y mientras mi país se desangra.

En tiempos de elecciones, es responsabilidad de nosotros los votantes exigir coherencia y compromiso real de sus líderes. No basta con escuchar discursos emotivos o dejarse llevar por campañas bien diseñadas; es necesario analizar trayectorias, revisar antecedentes del pasado y evaluar si las acciones de los candidatos realmente respaldan sus palabras.

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