Galápagos con restricciones medioambientales

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Dos lobos marinos y un grupo de personas disfrutan de la playa Mann en la isla San Cristóbal, Archipiélago Galápagos (Ecuador). (Foto EFE)

Galápagos (Ecuador),  (EFE).- El exclusivo archipiélago ecuatoriano de Galápagos trata de recuperar su principal motor económico, el turismo, entre los embates del coronavirus y sus severas medidas para evitar la más mínima contaminación ambiental.

El último golpe ha sido la detección de tres casos de la variante delta del coronavirus, que ha llevado a las autoridades a exigir de nuevo, desde este próximo viernes, que cualquier persona que desee entrar a las islas deba presentar tanto una prueba PCR negativa como el certificado de vacunación con el esquema completo.

Las autoridades también han decidido vacunar de forma «acelerada» a los menores de 12 a 16 años, intensificar la prevención con campañas informativas a turistas y locales, y «barridos comunitarios» para «la búsqueda activa de casos asintomáticos», según la ministra de Salud, Ximena Garzón.

DEPENDENCIA DEL TURISMO

Ya sea de forma directa o indirecta, el turismo es la principal fuente de ingresos de los alrededor de 33.000 habitantes de Galápagos, un archipiélago a unos mil kilómetros del continente con trece islas mayores y nueve medianas, y que es la punta de lanza del sector gracias a su inigualable biodiversidad.

Esa fue una de las razones por las que las autoridades ecuatorianas completaron primero allí, hace unos meses, el proceso de vacunación.

«Este año y medio de pandemia ha sido muy duro. Empezamos con el bloqueo total de Galápagos y, aunque ahora está incrementándose, vienen más a los cruceros. No está normalizado en un 100 % para nada», confirmó a Efe Jhosellyn Aguas, guía naturalista de la isla San Cristóbal, según la creencia, la primera en ser habitada por disponer entonces de agua dulce.

Para subsistir con un entorno familiar de diez personas, Aguas quemó «todos» sus ahorros, en un escenario -cuenta- en el que el «trueque», estilo de vida original hace algo más de un siglo, retornó a las Galápagos.

Tras un alivio progresivo en las medidas preventivas, en julio se registró una recuperación de más del 50 % en el ingresos de personas con respecto a tiempos prepandemia, algo más de 13.000 entradas en comparación con las 23.000 mensuales de 2019.

Pero se trata aún de una gota en un vaso de agua, pues los beneficios de ese turismo no se quedan en las Galápagos.

«Las estadísticas pueden ser ciertas, pero la verdad es distinta para todos. Es el (propietario del) barco (en el continente) el que se lleva todo, no la población», insiste Aguas.

Ello porque los pudientes turistas extranjeros, al aterrizar, son conducidos directamente a grandes cruceros, eludiendo en gran medida los negocios locales.

La situación es generalizada porque, cuenta Aguas, «con la pandemia nos dimos cuenta que un 80 o 90 % de la población vive netamente del turismo o afines.(I)

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