Galápagos: Una “sucursal del infierno” / Pedro Reino

Columnistas

“Con el inicio de la Época Republicana (1830) no se varió demasiado en el sistema de severidad, de rigurosidad para reprimir la delincuencia. Uno de los mecanismos se lo denominó extrañamiento a las Islas Galápagos. Hacia el año de 1832 se estableció, en efecto, una “sucursal del infierno” en la isla Floreana: 80 condenados a muerte fueron enviados en calidad de colonos –como señala Pablo Cuvi “junto con vacas, caballos, cerdos, asnos y aves de corral”. Se trata de sublevados del Batallón Flores que fueron puestos a órdenes del General Villamil, primer Gobernador de las Islas.

En 1833 el procedimiento empleado con dichos soldados se generalizó, haciendo de Galápagos lugar de destierro, primero para políticos, y más tarde para delincuentes comunes y mujeres de mala conducta. El fracaso de esta iniciativa fue total, sin embargo de lo cual se extendió a la isla San Cristóbal. “Los infelices delincuentes condenados al espantoso extrañamiento en las islas desiertas, eran arrojados como piltrafas y abandonados a su suerte. Las autoridades que no eran más que aventureros mal pagados por los gobiernos se convertían bien pronto en tiranuelos  abusivos que solo trataban de aprovechar el trabajo de los penados de manera inhumana en beneficio de las déspotas” (Carlos M. Larrea, El archipiélago de Colón, Ed. CCE, 1960).

La experiencia de Villamil se prolongó entre 1832 y 1841, aunque el Gobernador General del Archipiélago permaneció en Floreana solo hasta 1837. Una revuelta dejó al descubierto las pésimas condiciones de vida y trabajo sin remuneración que desde entonces había impuesto un coronel de apellido Williams. Este sistema se fue desplomando poco a poco hasta 1851, una vez que su mejor momento había llegado a tener hasta 300 colonos. La cifra es recogida por un francés del año 1838 y precisa que la mitad de los colonos eran presos políticos.

Un trabajo científico de FUNDEAL, que recoge los más conmovedores testimonios de los colonos de las islas, algunos de los cuales sufrieron inclusive en carne propia las aberrantes experiencias de colonización  penal, puede hoy en día retratar la historia del extrañamiento penal a Galápagos en varios momentos de la vida republicana.

En efecto, varias experiencias de una verdadera esclavitud penal se establecieron en torno al  aprovechamiento de la orchilla colorante existente en las islas. En 1870, Valdizán en la Floreana y Monroy en San Cristóbal, fundaron colonias con el auxilio de un personaje directo de extraña recordación  para los isleños, el tirano Manuel Cobos.

A la muerte de Valdizán en 1878 en la isla San Cristóbal (antes Chatham), prosperó una gran hacienda conocida como “Progreso”, bajo la mano inflexible de Cobos y con el apoyo desde la ciudad de Guayaquil de su socio Monroy quien se encargaba del ‘enrolamiento’ de los trabajadores.

En enviar a los penados procesados suponía un trámite más complejo y obligaba a mantener seguridades especiales en las islas, en cambio, la deportación ‘temporal’ de elementos considerados ‘molestos’ para la sociedad y la policía, beneficiaba a todos…A este numeroso grupo formado  probablemente por rateros, abigeos y vagos consuetudinarios se juntaba el grupo aparentemente más numeroso de los presos por deudas” (Octavio Latorre, Manuel J. Cobos Emperador de Galápagos, Charles Darwin, Quito, 1991, citado en p. 80 del trabajo de la Fiscalía). (O)

 

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