Generaciones, eras y estilos de vida / Luis Fernando Torres
Recluído, de por vida, en el mejor hotel de la nueva capital rusa, el personaje central de la novela de Amor Towles, un Caballero en Moscú, con una vieja botella de vino en sus manos, en 1923, ve derrumbarse su creencia que deben pasar varias generaciones para que desaparezca una era y el estilo de vida de una época sucumba.
La llegada de los bolcheviques al poder, en 1917, con sus prejuicios revolucionarios, había provocado el rápido colapso de una era y de un estilo de vida. En 1923, en el restaurante del hotel Metropol se dejó de diferenciar a los vinos por su marca y procedencia, por considerar que tal clasificación constituía una conducta contraria a los ideales igualitarios de la nueva clase gobernante. Solo se podía ordenar vinos tintos o blancos. Nada de Chardonnay ni de sauvignon blanc, en el caso de los blancos. Tampoco de cabernet, syrahs, riojas, en el caso de los tintos.
La revolución rusa de octubre fue el hecho inesperado que provocó el final de una era, sin esperar un cambio ordenado y gradual de generaciones.
La pandemia del coronavirus ya ha sembrado con cambios a la sociedad contemporánea. Sin embargo, no serán de la magnitud de las revoluciones. Se modificarán algunos aspectos del estilo de vida, pero no se derrumbará la era actual.
Con 5.000 millones de dólares del exterior, el Ecuador podrá solventar la crisis económica durante el 2020, de reanudarse las actividades productivas a finales de abril. Ese monto adicional será suficiente para que no se rompa la cadena de pagos.
Economistas tan respetables, como Alberto Dahik, sostienen que en el mundo desarrollado existe un exceso de ahorro de dólares, euros y dinero japonés y chino. Además, las tasas de interés son muy bajas y descenderán aún más.
El Ecuador puede acceder a esos recursos mediante endeudamientos a largo plazo y bajas tasas de interés. Y no sólo eso. También puede conseguir recursos de los organismos multilaterales.
La pandemia le ha abierto al país algunas oportunidades. Gracias al pago que hizo de una parte del capital de la deuda externa, puede lograr que se le califique como deudor de buena fe. De este modo, reestructurará la deuda y conseguirá más recursos.
La más importante oportunidad que tiene el Ecuador es la de sustituir el modelo populista estatista, instaurado el 2007, que le ha dejado a la caja fiscal vacía y al Banco Central sin reservas suficientes. (O)