GÉNESIS E INCERTIDUMBRE / Guillermo Tapia Nicola
Suena a verdad de perogrullo insistir en que «el aumento del desempleo, de la pobreza, el hambre, la desnutrición y el analfabetismo; desembocan y conducen al escarnio, a la corrupción, al narcotráfico, al narco lavado y a muchas otras formas de violencia y extorsión».
Y en lo dicho, la seguridad ciudadana, que es un bien que debería preocuparnos a todos y, su afectación, juntarnos positivamente para enfrentar el flagelo; pacientemente aguarda la necesaria acción para cerrar filas con las autoridades nacionales y locales, llamadas a intervenir en procura de garantizarlo y protegerlo.
Lo descrito, es un tema cuya génesis no es actual. Viene de larga data y se agudiza en los últimos quince años. Aflora y se hace evidente, precisamente, en gobiernos de corte populista, de izquierda, que tuvieron -como nunca antes- acceso a enormes recursos nacionales y fueron utilizados desaprensivamente, dilapidados y hasta abusados.
Si bien, la prevención, parecería ser la solución; la corrección, la enmienda y la sanción, son por antonomasia, requerimiento complementario para que aquella acción funcione y trascienda, en la medida del interés colectivo.
Cualquier actividad, empeño o circunstancia que abone en favor de hacer de nuestra condición de seguridad individual o colectiva, un hecho -recuperado y cierto- debe constituirse, como se ha citado, en un convocante eficaz para fortalecer, sobretodo, el espíritu ciudadano y su compromiso democrático.
Las autoridades de cercanía que tendremos oportunidad de escoger y elegir, deberian pasar por este filtro conceptual, desde la expresión del yo interno, para ser merecedoras de nuestra confianza y credibilidad.
Preguntarnos ¿qué pueden y qué estarían o están dispuestas a hacer por nosotros y por nuestra seguridad vecinal?, es lo menos que deberíamos exigir y saber.
Esto, como antesala a otros intereses, méritos y preocupaciones, cuyas respuestas quisiéramos que nos sean aportadas desde el discurso ofertado de campaña, para luego ser verificadas y reconocidas.
Están superados los ciclos de la fábula, el cuento y el mito. Sin embargo, hay sectores poblacionales que insisten en no abandonar ese escenario y relacionar hechos con supuestos delitos y de seguido asignar responsabilidades a eventuales personajes, para reposicionar historietas fantasiosas de héroes
-encaramados- en imaginarios culminados y juzgados.
Sin duda la palabra se eleva y vuela, trasciende, registra y reclama. A veces, también calla y se esconde en el espacio infinito de una sonrisa para no ofender o para no delatar.
Entonces es el tiempo el que la reconoce y conjuga su acción y, el pensamiento, el que susurra su verdad y su impacto.
Finalmente, lo preocupante seguirá siendo la ausencia de certezas. Saberse cerca y estar simultáneamente tan lejos, que parece imposible avanzar. Y no decir nada, para no alterar la poca seriedad que aún subsiste en la sombra fugaz de la memoria, parece una irresponsabilidad sin nombre. ¡Pero no!
Apenas si se trata de la incertidumbre. De esa fluctuación pendular entre verdad y mentira, incredulidad y escepticismo.
Solo la confianza y la decisión, asegurarán el camino.