Giorgia Meloni y el nacionalismo / Mauricio Calle Naranjo
Giorgia Meloni, es la actual presidenta del Consejo de Ministros de Italia y representa al movimiento de extrema derecha que ha resurgido desde el fin de la II Guerra Mundial. Meloni habla sin tapujos, como lo ha hecho en varias entrevistas, donde ha expresado que “Mussolini fue un buen político, y todo lo que hizo, lo hizo por Italia”. Ella lo considera como uno de los mejores políticos de los últimos 50 años. Es innegable su posición ideológica, de donde se desprende lineamientos en contra del aborto y la eutanasia. Además, cree profundamente en la mujer como pilar de la familia, pero de “la familia natural”, desplazando a los lobbies LGBT y enfatizando “no a la ideología de género”; talvez un símil a Mussolini y su isla Tremiti en el Mar Adriático.
Respecto a la economía, Meloni señala “no a las grandes industrias internacionales” y “sí al trabajo de nuestros ciudadanos”, esto confronta al pensamiento progresista y de la actual izquierda. El nacionalismo de Meloni es reiterado en sus discursos, revalorizando a la industria y mano de obra nacional; muestra de aquello es su estrategia mediática donde se la visualiza movilizándose en un auto Fiat (italiano). Esto ha sido bien recibido por sus simpatizantes que se encuentran en medio de la migración africana, problema que ocasiona un desbalance en la economía local italiana, porque los migrantes son una fuerza laboral más barata. Para más énfasis en este punto, Meloni en su discurso también expresa “sí a la soberanía de los pueblos”, “sí a fronteras seguras, no a la migración masiva”. Giorgia Meloni revive en cada italiano el orgullo de nación, lo cual desembocará seguramente en un odio por lo diferente, por lo ajeno, por lo extranjero. De esta forma, Italia regresa a tiempos de un “Duce” con un rostro de mujer.
Existe un refrán que dice “el ser humano no siempre sabe discernir conforme a la razón y por esa causa no aprende de la experiencia y vuelve a equivocarse en una situación semejante”. Guerras pasadas han enseñado a la humanidad, que los extremos ideológicos con pensamientos radicales, autócratas y fascistas, pueden llegar a convulsionar sociedades, países y continentes. Por el bien de todos, esperemos que no se repitan los capítulos negros de la historia universal. (O)