Ha fallecido un amigo

Columnistas

Hemos recorrido el camino del discipulado, colaborando, coordinando, viajando, riendo, jugando, rezando,… hemos participado en proyectos de gran y pequeña importancia. Ha representado un privilegio gozar de tantos años de amistad. A su manera, Fabián Arcos siempre estaba dispuesto a brindar una sonrisa, que hoy es un recuerdo que perdurará en el tiempo.

Comienza una lucha interna, un conflicto frente a la ausencia del amigo, que me lleva a tomar conciencia. La realidad no se puede cambiar. Concluye una fase en la vida y, aunque bien pensado es positiva, no deja de ser un trago amargo. Esto implica aprender a vivir con la separación entre este mundo y la eternidad. También, esta historia triste me permite apreciar el significado de cada persona, en cada instante de la vida.

Cuando un sacerdote muere, la comunidad siente un vacío. En la sociedad hay reacciones diversas. De un lado, hay una corriente de simpatía. De otro lado, cierto rechazo. Es inevitable. Para Fabián, el balance se alinea mayoritariamente al costado de la simpatía. La muerte vista de cerca combina la tristeza de la despedida con la esperanza del porvenir. Esto es un recordatorio de la buena noticia reflejada en los acontecimientos diarios, entendidos como una manifestación de la presencia de Cristo, que anticipa la trascendencia y desvela el misterio de la redención.

La fe es un don que convierte el luto en la búsqueda de sentido, dando significado a la muerte y llevándola de forma reconstructiva a la esperanza. La existencia cristiana se desarrolla bajo este esquema: de la cruz, puente y de la muerte, vida; a la ascensión, plenitud.

A medida que finaliza este escrito y teniendo tanto que decir, impactado por la muerte de un amigo, varios recuerdos y pensamientos surgen sin poder ordenarlos. Las emociones que atraviesan mi mente me impulsan a expresar mi solidaridad con la familia y a manifiestan la emoción y el temor que conlleva la ausencia. A pesar de esto, la brevedad de nuestro recorrido por el mundo, con sus múltiples paradojas, me conduce a esta emotiva reflexión. La vida es breve y el futuro, impredecible. Por eso, es imprescindible vivir. Permanece intacta la aspiración de un glorioso reencuentro en la eternidad. Descansa en paz y que la luz eterna resplandezca para ti.

Deja una respuesta