Hipócritas
Dos hechos en estas últimas semanas hicieron noticia con Rafael Correa. La primera: le cancelaron la visa de ingreso a los Estados Unidos a él, a Jorge Glas y a sus familias. En lo personal creo que tardaron demasiado; sin embargo, la noticia no es esa, que dado el inocultable vínculo de este par con el delito y la corrupción en todas sus formas, tenía que decantar en esto tarde o temprano, sino, el hecho de que durante varios días Correa no paró de lloriquear en las redes con escritos suyos o reproduciendo algún documento más formal en el que también se quejaba amargamente de la medida tomada en su contra por ese país.
¿Y por qué la noticia es el berrinche de Correa y no la cancelación de su visa? Se lo explico con un ejemplo loco. ¿Qué tal si cualquiera de estos países: Venezuela, Cuba, Nicaragua o México le negaban la visa a Correa? Con total seguridad no reaccionaba con tanta indignación (o con ninguna, de hecho) a diferencia de la ardida respuesta que sí dio en el caso americano, y esto porque sencillamente cualquiera de estos países no ofrece el nivel de vida del “despreciable imperio” y por tanto, poco o nada le habría importado ingresar o no a esos países. Ahora, si los socialistas del siglo XXI dicen odiar tanto la meca del capitalismo en el mundo, se supone en consecuencia que su intención siempre habría sido no entrar jamás a la boca del lobo, de forma que en teoría no habría razón para haber protestado como lo hizo Correa; pero la verdad es que ingresan a los Estados Unidos con total desfachatez, cinismo y bastante frecuencia, por eso les arde hasta la médula no poder disfrutar nunca más de los encantos capitalistas, de ahí la pataleta desmedida del exmandatario. Hipócritas.
La segunda: Correa y los suyos han venido atacando con encono al gobierno de Daniel Noboa y anteriores por no haber previsto medidas para contrarrestar la actual crisis energética, pero se olvidan (siempre lo hacen cuando les conviene) que fueron ellos con su Constitución del 2008 -como buenos acomplejados tercer mundistas- quienes prohibieron toda inversión energética privada. Hipócritas.
Además, se olvidan también que gracias a la bonanza petrolera, el prófugo de Bélgica ofreció ocho hidroeléctricas y construyó solo tres con sobre precios brutalmente exorbitantes, y de esas tres una no funciona en absoluto y las otras dos a media capacidad porque las recibieron con miles de fallas en contubernio con el delincuente convicto de Carlos Pólit en calidad de contralor general del Estado. Hipócritas.
El estilo propio de los delincuentes acorralados es atacar con malicia para tratar de salir bien librados, pero como en todo siempre prima la verdad y la decencia: para una justicia ecuatoriana narco-corrupta existe una implacable justicia norteamericana, y para una mentira repetida mil veces está la memoria colectiva que no tendrá perdón ni olvido. Hipócritas. (O)