Homenaje Doctores/ Dr. Guillermo Bastidas Tello
Estimados doctorcitos, que la sociedad os reconozca, que los gobiernos los condecoren, que los empresarios los glorifiquen, que los politiqueros los honren, es como pedir que el peral dé manzanas.
En el cumplimiento del deber científico y humano han dado su vida, el director de la Clínica San Andrés, Ángel Martínez, Galo Andrade ex director del Hospital de Píllaro, Édgar Aynaguano director del Centro de Salud de Quisapincha, Manuel, Octavio, Cristóbal, Luis, Ricardo, Efrén, Pegy, María y muchos más héroes de una guerra Biológica.
Esculapio nos decía “No cuentes con agradecimiento; cuando el enfermo sana, la curación es debida a su robustez; si muere tu eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro, te tratan como a un dios, te suplica, te promete, te colma de halagos, no bien está en convalecencia, ya le estorbas, cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado se enfada y te denigra. Cuanto más egoísta son los hombres más solicitud exigen”. Tu vida transcurrirá en la zozobra de la muerte, entre el dolor de los cuerpos y de las almas, de los duelos, y de la hipocresía, que calcula a la cabecera de los agonizantes.
“Te verás sólo en tus tristezas, sólo en tus estudios, sólo en medio del egoísmo humano. Ni siquiera encontrarás apoyo entre los médicos que se hacen sorda guerra por interés o por orgullo. La conciencia de aliviar males te sostendrá en tus fatigas; pero dudarás si es acertado hacer que sigan viviendo hombres atacados de un mal incurable, niños enfermizos que ninguna probabilidad tienen de ser felices y que transmitirán su triste vida a seres que serán más miserables aún”
Estamos convencidos de un juramento Hipocrático que dice entre otras cosas:
En el momento de ser admitidos entre los miembros de la profesión médica, os comprometéis solemnemente a consagrar vuestra vida al servicio de la Humanidad y JURÁIS.
Hacer de la salud y de la vida de vuestros enfermos la primera de vuestras preocupaciones.
Si cumpliereis íntegramente con este Juramento, que podáis gozar de vuestra vida y de vuestro arte y disfrutar de perenne estima entre los hombres. Si lo quebrantáis, que vuestra conciencia y el honor de la profesión médica en la que acabáis de ingresar os lo demanden.
El arte de la medicina comulga todo eso, el respeto a la vida, el respeto a la humanidad, el respeto a la consciencia.
El arte de la medicina acata disciplinadamente el no hacer daño, el salvar la vida a costa de nuestra propia vida, el dar amor a costa de nuestro desamor.
Tú serías capaz de acercarte a una persona con COVID, serías capaz de darle un vaso de agua a un paciente con Covid, serías capaz de darle la medicación para que tome cuando se quieta la mascarilla.
Muchos de nuestros compañeros fueron capaces de hacer todo esto y ahora está muertos, noble profesión médica, sagrada profesión médica.
Razón tienen los pacientes de decir “doctorcito después de dios y usted me encuentro bien”.
Sin embargo, la sociedad y los gobiernos los tratan peyorativamente, con sueldos miserables, sin los recursos necesarios de Protección y tratándolos de carniceros por los verdes sociolistos revolucionarios.
Dios los tenga en la gloria señores doctores, se lo merecen y más que todo ustedes si han muerto en cumplimiento del deber. Hasta siempre los extrañamos. (O)