El “hotel” de la vida II / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

 

Tenemos miedo a lo desconocido, como es la muerte, creemos que va a poner punto final a todo, por tanto, se convierte en un asunto trágico. Tener una creencia cristiana o creer en vidas pasadas depende de nuestro condicionamiento. Pero ¿Es posible, clara y sistemáticamente, sin ningún pensamiento oculto, sin esconderse, eliminar todo este miedo psicológico? o quedaremos atrapados en racionalizarlo con nuestros dogmas. Si pudiésemos “soltar” nuestras creencias y cualquier forma de amargura, al parecer sí se podría sobrellevar el significado de la muerte.

En una sociedad o comunidad que no se interese por comprender y entender la muerte, no puede afianzarse en la vida, será terriblemente superficial, mundana, como sucede en occidente. Nos agobiamos preguntándonos: ¿qué irá a pasar con nuestros seres queridos si nos morimos? No digerimos que, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros ya no somos. Entonces para empezar eliminando el miedo a la muerte deberíamos, sin apegos, ni exceso de futuro o pasado, sin aferrarnos a las cosas placenteras o dolorosas, morir día a día, estar muriendo mientras vivimos. A lo largo de la vida nos apegamos a lo que creemos de nuestra propiedad, esposa, madre, padre, abuela, hijos, y más; somos un cúmulo de miedos, de recuerdos, de experiencias, de conocimiento y de información que arrastramos todos los días, todos los años y eso hace que la mente sea más perturbada que vivencial, pero si eliminaríamos todos nuestros recuerdos tóxicos cada día, seguro que nuestra mente estaría sumamente atenta, renovada y libre. Debemos comprender que el amor y la muerte marchan siempre juntos, la muerte dice nada es tuyo ya que no hay nada que puedas llevarte, el amor dice que sólo puede existir cuando hay libertad y desapego. Pero para nuestra vida moderna, todo esto suena demasiado extraordinario, imposible y hasta utópico, ya que nuestros cerebros han sido fuertemente condicionados, domesticados y amaestrados a que todo nos genere dolor, inquietud, insatisfacción, preocupación, soledad e infelicidad. Nos creemos expertos en el amor, los poetas escriben sobre ello, es el tema de la mayoría de canciones, películas, óperas y teatros, parece fundamental en nuestra vida, pero lo que respiramos por todos los rincones es tensión, celos, decepciones amorosas, revanchas, deseos y sentido de posesión entre unos y otros.

El pasado 08 de abril, la BBC mundo, como novedosa noticia dice: “El secreto mejor guardado de la medicina: morir no es tan malo como se cree», algo que los países orientales ya se estableció hace más de 3.000 años. Kathryn Mannix, una médica especialista en cuidados paliativos, cree que hemos perdido la inmensa sabiduría humana para tomar la muerte de una forma normal e insiste que es hora de volver a hablar de la muerte y de recuperar esa sabiduría. Que en vez de decir que alguien se está muriendo, decimos que está ‘seriamente enfermo’. Refiere que morir, así como nacer, es sencillamente un proceso normal y realmente tranquilo, algo que podemos reconocer y para lo que podemos prepararnos, algo en lo que deberíamos consultarnos mutuamente y algo con lo que podemos lidiar. Y esto debería ser algo para celebrar y con lo que podemos consolarnos los unos a los otros, pero como hablar de la muerte se ha tornado en algo muy incómodo, se convierte, de hecho, el secreto mejor guardado de la medicina. (O)

 

Medicina Integrativa Oriental

 

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