Increíble pero cierto / Jaime Guevara Sánchez
Este artículo está fundamentado en el tratado de Economía del Dr. Lawrence Abbott, profesor de varias universidades de Estados Unidos. bueno intenta resumir aspectos interesantes y hasta curiosos, de la trayectoria bancaria de ese país. Los amigos lectores ecuatorianos podrán establecer discrepancias con la banca ¨a la ecuatorial¨.
En EUA, en los días previos a la Guerra Civil, la actividad bancaria funcionaba sobre la base conocida como ¨laissezfaire¨. En cristiano: ¨ dejar hacer; política de no interferir o intervenir¨.
Había dos bancos de reserva – lo que aquí llamábamos banco central-. Un banco guardaba las reservas de forma de moneda o, en varios casos, era depositada, en parte, en otros bancos comerciales.
Las leyes del Estado sobre bancos, casi sin excepción, eran borradores, o no existentes. La mayoría de bancos fueron libres de mantener un poquito de dinero en efectivo de acuerdo a la voluntad de los ¨ejecutivos¨.
Veamos un caso práctico. Había el banco de Morocco, ¿dónde? Nadie lo sabía. La Compañía Adams era una empresa que mantenía un escuadrón de vaqueros a caballo encargados de errar por los campos, localizando bancos para tratar de convertir en efectivo, cheques de sus clientes. La Compañía buscaba en vano. Finalmente, un vaquero que por casualidad pasó por una herrería perdida en el bosque lejano, preguntó al herrero si no sabía algo de un tal banco de Morocco. ¨Por qué pregunta. Sí, aquí es del banco¨. Respondió el solitario herrero. ¨Yo voy a dormirle su cheque, pero por amor a Dios no conversé nadie dónde estoy localizado… Mi dinero en efectivo acaba de agotarse con su cheque¨.
El banco de Morocco era un ¨wildcat bank¨. En la jerga gringa, un banco que emitía billetes sin ningún respaldo.
La gran desventaja de los wildcat banks fue que los billetes de cientos de bancos diferentes circulaban sin destino. Billetes medio confiable, otros dudosos, otros sin valor alguno.
Un marchante común – como quien escribe estas líneas- nunca sabía si era seguro aceptar un billete de un banco no familiar. Particularmente, porque promotores inescrupulosos no sólo en mí tienen billetes sin valor alguno, sino que publicaban guías para ¨ayudar¨ mandé al público a ¨ identificar¨ cuáles billetes eran buenos y cuáles no. Al final, todos eran falsos…
A los ingenuos tercermundistas pueden parecernos que las prácticas de los wildcat banks es algo exclusivo del pasado; pero no es así. Cuántos bancos del primer mundo aun quebrado por actuar como wildcat banks de hoy. Y, qué decir de los banqueros del Caribe y del resto del continente americano… ¡Hay quisiera me material para otro Tratado de Economía, corregido y aumentado!