Indígenas no descansan en su actividad
Circular por la vía Ambato-Guaranda es para detectar que ni la pandemia ha paralizado la labor de los indígenas. A un costado de la carretera, continúan en sus tareas de lavado de zanahoria.
La mayoría son del pueblo de Tomabela. Esta actividad hace que el producto reúna condiciones de limpieza para expenderlo en los principales mercados de Riobamba, Ambato y Latacunga.
Son alrededor de ocho lavadoras que se ubican al costado de la vía, sobre todo en sector de Tamboloma de Pilahuín.
“Todos los días hacemos esta labor para expender este alimento en las ciudades de la zona central”, dice don Mario Lasluisa.
Son aproximadamente 80 costales que se lavan diariamente. La zanahoria se cultiva en las zonas bajas de Pilahuín. A más de ello, se siembran papas y mellocos.
El lavado es una especie de minga en que cada indígena sin escatimar esfuerzo pone su aporte para el desarrollo comunitario.
Más de 10 camiones llevan la hortaliza que prácticamente se convierte en el soporte económico de los indígenas tomabelas.
Tomabela era un ‘Jatun Ayllu’ que fue parte de los ‘chimbos’. Este pueblo ocupó los dos lados de la cordillera occidental de Los Andes, al pie de los nevados Chimborazo y Carihuayrazo.
Su historia se remonta a los tiempos de la colonia. El territorio en tiempos prehispánicos era conocido con el nombre de ‘Tomabela’.
Era el puesto donde diversos cacicazgos tenían delegaciones para el acceso a la sal de las minas ubicadas en la localidad, bajo el tutelaje del cacique Puruhá.
Entonces la realeza española y los latifundistas criollos comenzaron a apropiarse de las mejores tierras de los indígenas nativos de la Real Audiencia de Quito: puruhaes, pilahuines, tomabelas, panzaleos, quisapinchas, entre otros. (I)