Ingresos ilegales
David MacClintick, periodista estadounidense del Wall Streeet Journal, en su libro Pez Espada (Swordfish) dice: «Fue inevitable que cuando explosionó el negocio de la droga, la mafia internacional, necesitada de un cuartel general en Estados Unidos, mirara a Miami como el punto más natural de entrada de narcóticos. Florida tiene miles de kilómetros de costa, más de 250 aeropuertos, topografía plana, factores ideales para los contrabandistas.»
EL IRS (SRI gringo) anota su preocupación: «De los 68 millones de dólares en efectivo que un solo banco depositó en la Reserva Federal (Banco Central), 43 millones fueron en billetes de 20 dólares, 10 millones en billetes de 100. En otro banco, un cliente de Colombia, acompañado de varios ayudantes, depositó 13 millones en efectivo, acarreados en varias maletas, cajas de cartón y bolsos de compras»
«Los expertos de Washington hicieron tres inferencias de esas cantidades. Primera, el sistema bancario de Florida, centro financiero del Caribe, América Central y Sudamérica estaba inundado de ingresos de narcóticos ilegales. La mayoría de los 250 bancos, ‘a sabiendas o no’, manipulaban dinero sucio como parte de sus negocios normales». Por ahora me planto aquí. De mi gasto agrego. El dinero mafioso es fuente de fortunas «humanamente» envidiadas; de «personajes» que originalmente fueron descamisados antes de lograr meter sus garras en el poder; equivocadamente «admirados» como inteligencias superiores. Riquezas que huelen a cocaína, a petróleo, a saqueo de fondos públicos.
¿Qué podemos hacer los marchantes comunes? Depositar nuestros ahorros y nuestra confianza en instituciones financieras cien por ciento justas; guardianas celosas de nuestros fondos; patrocinadoras del progreso ético de sus clientes y de la sociedad en general. Contadas instituciones financieras que felizmente si existen… Lo demás seria esperar un milagro. (O)