Izquierda latinoamericana
A una semana de la impresentable juramentación de Nicolas Maduro como presidente de
Venezuela por seis años más, observamos que la izquierda latinoamericana, otrora unida por
los preceptos del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, no ha reaccionado igual frente a la
dictadura venezolana.
Gabriel Boric presidente de Chile, de tendencia socialista, ha demostrado su calidad de
estadista y líder de la Izquierda regional al afirmar directamente y sin tapujos que el gobierno
de Maduro es una dictadura.
El presidente Petro de Colombia, tampoco ha manifestado su apoyo incondicional a Maduro,
menos claro y directo que el presidente de Chile, ha abierto un abanico de dudas respecto a la
legalidad del proceso eleccionario venezolano.
Incomprensible la posición del Gobierno socialista de México, cuya presidenta Claudia
Sheinbaum se ha mostrado imparcial a la situación venezolana con el argumento del respeto a
la autodeterminación, sin aludir a las graves violaciones al proceso eleccionario venezolano,
marcado principalmente por el fraude electoral y la persecución a la oposición.
No asombra a nadie que las dictaduras de Cuba y Nicaragua hayan apoyado a Maduro en su
posesión, creando un bloque de países gobernados por dictaduras autodenominadas
progresistas, así como de conocidos políticos ecuatorianos que internamente claman por
democracia y respeto a la Constitución, pero aplauden proyectos dictatoriales como el
venezolano.