Jerarquía de los escándalos
La proliferación de escándalos, al igual que de las polémicas, difumina la jerarquía de los unos y de los otros, impidiéndole al ciudadano que distinga su importancia y, al final, sustrayéndole todo interés en ellos. Trump alguna vez manifestó que no perdería ningún voto si disparara a una persona en la Quinta Avenida de Manhattan, a plena luz del día. Lo dijo como un sobreviviente de los escándalos y las polémicas provocadas por él mismo o por terceros. Llega un momento en que un personaje ubicado en el corazón de los escándalos, no resulta afectado por un escándalo más. La gente se acostumbra a verlo en situaciones difíciles y deja de juzgarlo. Y la víctima del escarnio de los fiscales, de los periodistas y de los enemigos políticos solamente tiene que seguir y avanzar, pase lo que pase.
El caso Metástasis es el más reciente escándalo en el Ecuador. Otro más después del Gran Padrino, de León de Troya y de aquellos cuyos nombres y protagonistas los ciudadanos no recuerdan. Más allá de ciertos periodistas, políticos, jueces y fiscales concentrados en el comentario y en el análisis, pocos ciudadanos tienen interés en la trama de los diálogos del narco. Tantos escándalos han provocado desinterés en la gente, a la que resulta complicado distinguir la jerarquía de las investigaciones. Por ejemplo, ¿cuántos conocen que Glas está en la Embajada de México para no ser arrastrado físicamente, con una medida cautelar personal, a la investigación de un caso por peculado distinto del escándalo provocado por Metástasis? Muy pocos. Y si saben del tema, no les importa.
La aprobación de la Ley de Eficiencia Económica ha sido una noticia potente, pero con menos impacto mediático que el caso Metástasis. Si poco le importa a la gente el escándalo político o judicial, menos le importa el alcance de una ley. Solamente cuando ésta impacta en el bolsillo, los ciudadanos se despiertan y toman conciencia del significado del cuerpo normativo.
El Presidente Noboa, en tan sólo un mes, ha logrado que la Asamblea apruebe su primera ley y ya ha enviado al Legislativo su segundo proyecto de ley en materia de eficiencia energética. En medio del ruido de la turbopolítica, que tanto aturde, será una prueba de eficiencia comunicacional del Gobierno que la gente aquilate no solamente la capacidad de acción legislativa del mandatario sino los beneficios de las leyes impulsadas por él.