Jesús va al fútbol / P. Hugo Cisneros
Hoy termino de compartir artículos de antaño que los tengo en mi archivo personal.
El ambiente futbolístico de este tiempo hace que se hale y se comente mucho de este deporte de las multitudes. Que contratos de jugadores, que pretemporadas, que partidos amistosos, que jugadores que salen y otros que entran, que financiamientos, que calendarios y muchas otras cosas que hacen del fútbol el centro de la atención en radio, prensa, televisión y hasta en el comentario común de la calle.
Vino a mi mente un escrito de Anthony de Mello en su libro el «Canto del Pájaro» en el que «invita a Jesús a un partido de Fútbol». Lo transcribo para luego hacer mi pequeño comentario para no convertirme en un «ateo del fútbol».
Jesucristo nos dijo que nunca había visto un partido de fútbol. De manera que mis amigos y yo le llevamos a que viera uno. Fue una feroz batalla entre los «Punchers» protestantes y los «Crusaders» católicos.
Marcaron primero los «Crusaders». Jesús aplaudió alborozadamente y lanzó al aire su sombrero. Después marcaron los «Punchers», Y Jesús volvió a aplaudir entusiasmado, y nuevamente voló su sombrero por los aires.
Esto pareció desconcertar a un hombre que se encontraba detrás de nosotros. Dio una palmada a Jesús en el hombro y le preguntó: « ¿A qué equipo apoya usted, buen hombre?” “¿ Yo?, respondió Jesús, visiblemente excitado por el juego. “ ¡Ah!, pues yo no animo a ningún equipo. Sencillamente, disfruto del juego”.
El hombre se volvió a su vecino de asiento y haciendo un gesto de desprecio, le susurró: “Hummm…¡un ateo!”. De la supuesta actitud de Jesús concluyo que «ir al fútbol» es un asunto de fe, es decir de algo en lo que no cree y que hay que aceptarlo porque es una propuesta buena, hay que vivirlo con gozo y alegría, hay que aprender a celebrarlo. Aceptar, vivir y celebrar son elementos de una vida de fe que tienen un coronación cuando se comenta y se habla de lo vivido.
Para ello, los protagonistas de un partido tienen que entrar a la cancha, convencidos que saltan al campo para disfrutar del acontecimiento. Gente que al jugar disfruta crea un clima de satisfacción en los graderíos.
En la cancha se suele decir que no juegan nombres, sino hombres, allí radica el éxito de las acciones del partido pues son acciones que revelan la realización de los futbolistas. Ellos en su juego se realizan como hombres, como seres humanos, es lo mejor que puede sucederles: ser más hombres, ser más responsables de las jugadas, ser más entregados en el juego.
Del ejercicio de su profesión depende la formación de su identidad humana, por ello no se podrá separar la vida privada de la del fútbol, pues las identidades no se negocian, la ideutidad que uno tiene se la vive coherentemente y, en todo tiempo y en cualquier circunstancia. Son futbolistas en la casa, en en la cancha, en el templo, con los amigos, cuando se come y cuando se divierte. No es dable escuchar en los comentarios decir: Lo que haga como hombre y en su lvida privada no nos interesa”, nos interesa su juego. No porque es el hombre el que juega cargado de sus virtudes, de sus defectos, con sus errores y con sus aciertos. Por ello que bueno es saber que muchos se preocupan de la formación integral y permanente del futbolista.
Finalmente quiero creer que un profesional del fútbol, tiene que revestirse de sencillez y alegría para no “complicar el juego en la cancha” y tiene que educar su mirada para “ver el juego” con todos en la misma dirección, es decir jugar en equipo, para el equipo y con el equipo. Ocupando cada uno su puesto, haciendo cada cosa a su tiempo y ajustándose a las directivas del animador oficial que es Director Técnico. (O)